El ojo y la lupa

Historias de cine en la Seminci de Valladolid

Cada año, a finales de octubre, Valladolid se viste de gala con un veterano festival, la Seminci, que ha cumplido ya su 58ª edición. Como señala su director, Javier Angulo, la Semana reivindica, en medio de una brutal crisis que implica el cierre masivo de salas, la supervivencia de los filmes independientes y de autor, "intimistas, hechas con pocos medios, pero con dignidad, ambición y verdad, historias que apelan a nuestros sentimientos, disparan nuestros sentidos y nos ayudan a conocer mejor al ser humano".

La calidad media de las películas presentadas a concurso ha descendido un tanto respecto a ediciones anteriores, pero aún así la Seminci ha supuesto una vez más todo un festín de buen cine para quienes abominan de otros festivales más preocupados por el glamour y buscan buenas historias, interpretadas y dirigidas con sensibilidad y que recojan preocupaciones esenciales del ser humano.

El mejor ejemplo ha sido el filme que logró la aceptación más generalizada entre crítica y público y que se alzó justamente con el máximo galardón del certamen, la Espiga de Oro: Una familia de Tokio, de Yôji Yamada, que no solo no reniega, sino que convierte en homenaje la influencia del clásico de Yasujiro Ozu Cuentos de Tokio (1953). El argumento no puede ser más sencillo: un matrimonio anciano que vive en una isla de la región de Hiroshima visita en Tokio a sus tres hijos, que buscan la forma de compaginar el engorro que eso les supone con cumplir con su obligación de atenderles para no sentirse culpables. De manera natural, los sentimientos de unos y otros se van desvelando y se descubre que algunas cosas –y en especial el mal hijo- eran muy diferentes de lo que parecían.

Por desgracia, y a juzgar por lo ocurrido en otras ediciones, ni siquiera el triunfo en Valladolid es suficiente garantía de que Una familia de Tokio llegue pronto a las salas comerciales, ni siquiera a las que prestan más atención a este tipo de películas, sobre todo por la crisis de Alta Films, la red de exhibición y distribución de Enrique González Macho, presidente de la Academia del Cine.

Destacaré algunas de los filmes más interesantes que visioné la semana pasada en la capital castellanoleonesa, tanto de la sección oficial como de Punto de Encuentro (dedicada a primeras o segundas películas), Cine Marroquí del siglo XXI y Cine Español. Un mosaico de historias de cine.

-         Todos queremos lo mejor para ella, segundo largometraje de la catalana Mar Coll y -¡milagro!- estrenada el viernes en toda España. La lucha desesperanzada por recuperar su antigua vida (o encontrar una mejor) de una mujer que, al borde de los 40, sufre un gravísimo accidente que la marca física y psicológicamente. Magnifica interpretación de Nora Navas que le valió el premio a la mejor actriz.

-         La por (El miedo), de Jordi Cadena, ignorada por el jurado pero, junto a Te doy mis ojos, de Iciar Bolláin, la mejor representación en el cine español del problema de la violencia doméstica.

-         Short Term 12, del norteamericano Destin Daniel Cretton. Olvidada en el palmarés oficial pero que ganó la votación del público. Emocionante descripción de un centro de acogida a adolescentes vulnerables, muchos de ellos víctimas de malos tratos y abuso sexual en su entorno familiar, y de cómo la directora encuentra en su labor las claves para su propio equilibrio emocional y para ajustar cuentas con su pasado.

-         Papusza, de los polacos Joanna Kos-Krauze y Krzysztof Krauze, que obtuvo los premios a la mejor dirección, mejor actor y jurado joven. Recoge la peripecia vital de la primera gitana que publicó sus poemas y, con ello, por violar los códigos de conducta y de secreto de los suyos, fue rechazada por ellos y cayó en la miseria y la marginación. Brillante utilización del blanco y negro.

-         Metro Manila, del británico Sean Ellis. Una familia huye de la miseria y la explotación en el campo para buscar fortuna en la capital filipina, un infierno donde la lucha por la supervivencia obliga a veces a cruzar peligrosas fronteras morales. Una hábil mezcla de cine social y negro con un final sorprendente.

-         Centro histórico, Película de encargo a cuatro directores con ocasión de la Capitalidad Cultural Europea de la ciudad portuguesa de Guimaraes en 2012 que supone la vuelta al cine del esquivo  Víctor Erice. Su episodio es lo único destacable del cuarteto, y deja al espectador estupefacto al convertir en cine con mayúsculas la sucesión de monólogos de antiguos trabajadores de una fábrica textil. Aki Kaurismaki y Manoel de Oliveira se limitan a mostrar su buen oficio, y Pedro Costa pone de los nervios hasta al más paciente.

-         Run and Jump, del norteamericano de ascendencia islandesa Steph Green, se alzó con la Espiga de Plata con este relato del impacto que causa la presencia de un psicólogo e investigador en el hogar y las vidas de los miembros de una familia después de que el padre haya sufrido una grave lesión cerebral. Esa presencia extraña supone a la postre un revulsivo necesario.

-         El muerto y ser feliz, del español Javier Rebollo. Un asesino a sueldo enfermo terminal de cáncer y que no ha cumplido su último encargo, atraviesa Argentina, rumbo al norte, acompañado por una desarraigada con la que, en cierto sentido, se complementa. Impactante interpretación de José Sacristán. Presencia obsesiva de una voz de off que replica lo que la imagen muestra. Un discutible recurso estilístico que choca al principio pero que se revela luego como esencial.

-         Omar, del palestino Hany Abu-Assad. Juego extremadamente peligroso a tres bandas, entre la policía militar israelí, los militantes palestinos que combaten la ocupación y un joven árabe atrapado por su amor a la hermana de uno de los activistas. El estigma de la sospecha de ser un espía del enemigo judío está también en el corazón de una historia que cuestiona el valor de la amistad y el sacrificio. Otro final inesperado.

-         Le grand voyage, de Ismael Ferroukhi. Un road movie que narra cómo Reda, un joven descreído de origen marroquí pero ya con pasaporte francés, se ve forzado por su padre a acompañarle en un viaje en coche hasta La Meca, para que cumpla el precepto musulmán de peregrinar a la ciudad santa del Islam. Las incidencias que surgen a lo largo del trayecto –por Francia, Italia, la antigua Yugoslavia, Bulgaria, Turquía, Siria, Jordania y Arabia Saudí- hacen que padre e hijo vayan cambiando su relación, se entiendan mejor y descubran aspectos desconocidos de ellos mismos.

-         The Rocket, primer largometraje del australiano Kim Mordaunt, que representará a su país en los Oscar. De lo mejor de esta Seminci. Se desarrolla en el Laos de paisajes espectaculares, marcado aún por las bombas sin explotar de los B-52 norteamericanos y, sobre todo, por la pobreza. Un niño de 10 años con el estigma de gafe por ser fruto de un embarazo gemelar, busca con su familia la forma de salir de la miseria y de superar su maldición. Su gran oportunidad será fabricar un gran cohete para ganar el gran concurso anual.

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