Luna Miguel

Piscina

PISCINA

Me lío un cigarrillo. Si mi abuela me viera le daría un infarto. Y no será por disgustos: los libros de Burroughs, mi novio gótico, los poemas guarros, mis amantes gabachos, y más tarde los parches anticonceptivos. Parece tema tabú que las niñas no se quieran quedar embarazadas. Como el tío del otro día en la cola del supermercado, criticando la ley del aborto, como si fuera satánico el hecho de que podamos decidir sobre nuestros vientres planos. Si cada martes de mi vida me pego un parche en el muslo, no es por vicio, joder, que el invento cuesta casi veinte napos. Si decido hormonarme hasta la médula o comprar cajitas de condones finos, es por puro miedo. No quiero ser madre. Me gusta salir y fumar petas con Marta. Me gusta ir a conciertos y a bares. Me gusta estar sola. Muy sola. Pienso esto mientras fumo y espero a los colegas en la piscina. Casi nunca voy. Pero hoy el sol pega tan fuerte que el chapuzón parece urgente. No llevo lectura ni toalla. Sólo me preocupa que el Parche de la Libertad no se despegue con el cloro.

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