Luna Miguel

Siesta

SIESTA

Magaguita dormía como un oso. Me soportó en su casa de Niza durante nueve meses. Yo no fui capaz de convivir aquí con ella una semana. Vino el verano pasado a Almería con el propósito de descansar y divertirse. Así lo hizo. La tía dormía más de doce horas, sin contar la siesta. Salimos poco porque no le gustaban mis amigos. Bebimos poco porque la primera tarde se pilló una gorda con cuatro tragos a un calimocho. No quiso hablar con nadie, se avergonzaba de su acento. Magaguita estudia Relaciones Internacionales. No sé muy bien en qué consiste eso. Quizá les obliguen a hacerse con las costumbres de la cultura al la que se enfrentan. Magaguita lo consiguió. Todos conocemos España por sus siestas. Por sus vagos. Por sus almohadas anchas. Por sus enormes y peludos osos.

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