Luna Miguel

Generación Simpson

GENERACIÓN SIMPSON

Uno de los próximos libros que quiero leer es ese sobre la filosofía y Los Simpson. Reconozco que soy seguidora de la familia amarilla desde que recuerdo. Muchos piensan que es una serie muerta, que los capítulos repetidos son insufribles y que ya han perdido toda su gracia. Aún así quiero sumarme a la celebración de sus veinte años en nuestras pantallas. Los Simpson, ahora, representando a mi generación. Es cierto que hay ocasiones en las que los chistes no suenan tan divertidos como la primera vez, pero si el hombre es el único capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, también es capaz de reírse dos veces, o cien, con alguna de las ocurrencias del semidiós Homer. ¿Cuántas veces hemos soñado ser como él? ¿Cuántas: quedarnos en casa, rascarnos, beber cerveza, tragarnos los programas más odiosos de la tele, eructar, dormir siestas eternas, comer bandejas de dulces y dulces y dulces... sin acabar con una indigestión? Es posible. Se puede ser así. O eso nos dicen los medios y los que proclaman esta, nuestra generación Simpson, más bien como una generación Ni-Ni de vagos sin sueños, sin ganas de hacer nada, sin aspiraciones, apáticos y gruñones. Qué miedo, ¿no? ¿Qué tipo de futuro nos espera? ¿O a qué tipo de futuro nos dejan, en muchos casos, aspirar? No confío en los vagos aunque los envidio. Pero menos confío en aquellos que acusan idiotas a los jóvenes que no tienen iniciativas, si bien cuando alguno de nosotros la tiene, nos tachan como "demasiado jóvenes", "no válidos", "listillos". ¿Qué va a pasar ahora, amigos? No lo sé. Como dice el poeta Javier Moreno en Renacimiento: "Oh, dios, Simpsonízame".

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