Luna Miguel

PAPA AWARDS

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Qué risa. Sí. ¡Qué risa de telediarios! Todo el día Papa pa'bajo Papa pa'rriba. Todo el día: que si qué importante, que si qué maravilla de visita. ¡Y qué cara! Pero no importa. No. No vaya a ser que empiecen a reconocernos como los españolitos ateos. Los que ya no creemos en nada. Malvados, satánicos, raritos y antinaturales. Qué risa, decía, los comentarios en Internet: pues si nadie fue a visitar al Papa en Barcelona fue porque iba vestido de merengue. Y claro, aquí nos gusta más el fútbol que Dios, aunque que tantas veces lo hayamos invocado tras el fallo de un penalti o el gol del contrario en nuestra portería, ¡me **** ** ****!

Por eso no entiendo qué hacían las televisiones de nuestro país, y, sobre todo, la televisión pública, retransmitiendo en directo cada movimiento del Papa (les informamos de que el papa irá a hacer popó en tres, dos, uno...) cuando el resto del mundo se quema, literalmente, con trenes nucleares, estallidos de magma y elecciones ilegales que avivan los fuegos. Es más importante el botafumeiro que la ceniza. Mucho más importante. ¡Dónde va a parar! ¿No es acaso el incienso el olor de nuestros cuerpos quemados? ¿El olor del sufrimiento de Cristo? ¿El olor de un volcán tremendo? ¡Bah!

Siento que las cosas sean así. Pero lo que más siento es lo de los Premios MTV. Ojalá la visitante estrella de este fin de semana hubiera sido Lady Gaga. Ojalá hubiera sido suyo el Gagamovil. Ojalá Lady Gaga con túnica blanca hubiera venido a bendecirnos con sus brazos tatuados para demostrarle al listillo de Benedicto que sólo el y su séquito son los que realmente han retrocedido, reptando, babosos, a los años treinta.

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