Luna Miguel

Spanishrevolution: desde Sol

Queridos amigos:

no puedo esperar al martes próximo para hablar de todo lo que está sucediendo en Sol (y en nuestro país) estos últimos días. He querido utilizar este blog del diario Público como una herramienta más para la lucha (sumada a mis gritos, junto a los de miles de personas más en el kilómetero 0, cada día desde que estallara el 15-M). Estoy ilusionada con todas las voces que están surgiendo de la "aparente" nada. Reclamar derechos y compartir con tantas personas nuestras situaciones particulares está siendo emocionante. No es cierto eso de que no luchamos por nada: luchamos por todo y por todos. Si bien cada uno tiene sus motivos, esos motivos se aúnan y se convierten en una fuerza que poco a poco va calando en los medios y en los políticos. No es cierto que no sirve para nada: sirve para mucho. He ofrecido este espacio a amigos y compañeros para que me manden viñetas, fotos o textos que quieran compartir. El próximo martes escribiré algo más para el periódico. De momento os dejo con algunas colaboraciones (hay quien me ha mandado fotografías que aún no puedo colgar porque la plataforma de este blog me ha dado problemas, pero desde aquí os doy las gracias).

Os dejo con algunos textos y con un manifiesto cultural de apoyo que ojalá os apetezca firmar:

Manifiesto:

http://otrohorizontesposible.blogspot.com/2011/05/por-otro-horizonte_19.html

Foto de Jesús Rocamora:
Sol.

Texto de Ernesto Castro:

Habrá que insistir una y otra vez en ello: lo que está sucediendo en Sol no es un botellón, tampoco es el producto irresponsable de un movimiento okupa, menos aún una rareza de jóvenes conservadores que mantienen la expectativa socialdemócrata de tener un nivel de vida superior al de sus padres –segunda residencia, segundo coche, etc-. No se trata de exigir el mantenimiento de niveles de consumo insostenibles desde el punto de vista medioambiental y económico. En Sol acontece lo político en estado puro, no sólo porque surja a la sombra de unas elecciones municipales cuya legitimidad impugna por principio; la esencia de lo político se expresa en esta capacidad que tiene una minoría de representar, encauzar y cristalizar el malestar social, económico y político que el resto de la sociedad comparte. Ello dota de cierta universalidad al "movimiento": lo singular deviene universal en este particular procedimiento de encarnación colectiva. Nada más lejos de la administración burocrática que esta irrupción al margen de los cauces convencionales de representación política. El 15-M instaura un nuevo teatro de acontecimientos, un nuevo sistema de democracia representativa, donde cada quien puede representar su papel, tomar parte. "No a la violencia", "No nos representan", "Democracia real ya" son los eslóganes de un movimiento que pone en jaque la legalidad vigente en nombre de la justicia. El malestar, la indignación, el rechazo abstracto a todo lo existente es sólo el punto de partida, las premisas de un largo razonamiento político de acción concreta. ¿Cómo comprender filosóficamente lo que está sucediendo en Sol? Un servidor no tiene otra alternativa que acudir a la terminología de la izquierda lacaniana. Con Badiou, el 15-M se podría describir como un Acontecimiento que produce de un modo inesperado un cuerpo de subjetividad colectiva. Si apelamos a Laclau, diríamos que en sol se ha constituido un pueblo en sentido político. Éste tiene su origen entre una lógica de equivalencias entre un conjunto de demandas heterogéneas y plurales, elevadas a un poder que hace oídos sordos de lo que sucede "ahí abajo". Me doy cuenta de la insuficiencia de estos modelos interpretativos. Los hechos superan la capacidad imaginativa de la teoría. En la ambigüedad irreductible de lo acontecido se encuentra el potencial y la debilidad de la multiplicidad magmática de individuos que se está dando cita en Sol: el movimiento no puede proponer nada medianamente articulado y carece de programa político; por otro lado, ello permite que mucha más gente se identifique con lo sucedido, se da cabida a un debate plural, se evita la escisión y el partidismo. Ahora bien, al carecer de un "enemigo" (en el sentido schmittiano del término) este magma político carece de dimensión operativa. Cada quien dispara su fusil contra su bestia negra. Es muy difícil actuar cuando tu enemigo es un sistema en el que todos parecen metidos en el ajo. Un sistema, además, que se encarna a través de los individuos y que cada uno ha interiorizado a su manera. Habría que pensar, en primer lugar, si estamos preparados para un sistema democrático real que demande una atención y un tiempo del que no disponemos apenas para nuestros intereses privados. La Democracia Real no puede convertirse en una mascota que compramos por mayo y abandonamos cuando llegan las vacaciones. La pregunta más razonable es ¿todo esto para qué? Sin embargo, aquellos que preguntar por los objetivos tangibles del 15-M caen en la lógica instrumental de medios y fines que este Acontecimiento pone en cuestión. La reunión colectiva de los ciudadanos en un espacio de debate es ya un objetivo tangible, un fin en sí mismo. La genuina pregunta es: ¿por cuánto tiempo?, ¿es acaso Sol la excepción que confirma la norma de la indiferencia política?, ¿no estamos acaso muchos de nosotros en la situación cómoda del idealista que eleva demandas imposibles de ser satisfechas con la expectativa de que tales exigencias sean rechazadas y ello se convierta en una prueba fehaciente de la mal intrínseco al Estado y de la utopía intrínseca al movimiento, más utópico cuanto más imposible, alocado, impracticable? Habrá que verlo

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Texto de Antonio J. Rodríguez

SPANISH REVOLUTION—MORTGAGES ARE THE NEW ROCK AND ROLL

(Blackness is a state of mind. Bollocks)

1. Empecemos desde el lugar que nos corresponde. Literatura y política.

Entre el —digámoslo así— grado cero de la ciudadanía y los escritores más jóvenes hay una distancia equiparable a la que media entre el Ciudadano y la clase política. Apenas cero puntos de convergencia en cuanto a intereses comunes se refiere. Tal vez, y ésta es sólo una hipótesis, nuestros nuevos escritores surgen —surgimos— como reacción al modelo de Escritor Pop-Líder de Opinión, cuyos textos se reparten entre la literatura de grandes tiradas y las columnas periodísticas, un círculo vicioso rentable que, por lo demás, parece catapultarlo directamente al mainstream, véase Almudena Grandes, Elvira Lindo o Juan José Millás (El País), Juan Manuel de Prada y Pérez Reverte (ABC), Ángela Vallvey (La Razón), Luis García Montero (Público), David Torres (El Mundo), Quim Monzó y Sergi Pámies (La Vanguardia), etcétera. En ellos parece delegar la función de servir como nexo entre la actualidad política y la literatura. Paradójicamente, tengo la impresión de ninguno de los escritores que participan en circuitos minoritarios (como los que dominan nuestro blogroll) desea considerarse a sí mismo escritor poco comprometido, apolítico, pese a que la actualidad política jamás aparezca referida en sus escritos periódicos; no así la agenda cultural.

Esta es mi primera razón para asistir a las manifestaciones de Sol. El cinismo. La sensación de haber perdido el horizonte político como consecuencia de la progresiva segmentación social en tribus/ categorías culturales que en nada tienen que ver con las propuestas de temas de interés desarrolladas en los medios de gran difusión.

2. La segunda razón es solidaria. Mucho antes que yo, el movimiento 15-M fue suscrito por algunos buenos amigos cuyas condiciones laborales eran lo suficientemente precarias, pese a su formación y buen hacer, como para empezar a alarmarse.

3. La primera gran paradoja de Spanish Revolution es que, mientras algunos de esos amigos que secundan la manifestación provienen de las aulas de comunicación, 15-M ha puesto de manifiesto la inutilidad de los grandes medios. Hemos dejado de delegar nuestra confianza como agentes de información en determinadas cabeceras para proceder con la lectura en cascada de titulares en Twitter, la lectura de las noticias seleccionadas por ciertos contactos en nuestras redes sociales y la lectura de ciertos blogs cuyo principal atractivo es la firma en lugar del medio en el que se inscriben. Delia Rodríguez dio cuenta de ello en «Los virales de la #spanishrevolution.» Cuando toda la prensa de calidad se encuentra accesible en los metamedia, ¿qué sentido tiene mantener la fidelidad a una única cabecera? Nudo gordiano. The television will not be revolutionised.

4. Otra paradoja. Para que los medios internacionales concedan la cobertura mediática que Spanish Revolution merece, y procedan así a poner en evidencia —cuando no humillar— la irresponsabilidad de nuestros administradores, (parece que) hará falta una falange de tanques expulsándonos de Sol por conductas reprobables. Lo cual difiere del ánimo pacifista de la manifestación.

5. Pese a que la atomización del individuo posmoderno y la sociedad líquida se habían convertido en motivos inexcusables del pensamiento contemporáneo, Spanish Revolution retoma la noción, aparentemente perteneciente a épocas premodernas, de pueblo. Y ése es, por supuesto, el principal milagro de 15-M. El hallazgo de un máximo común divisor entre sus integrantes. El paso de un debate político que parecía ir hacia ninguna parte a la expresión colectiva de una subjetividad compartida por todos nosotros, Gente Kabreada, y que hasta ahora guardábamos con mayor o menor recelo. Quienes hemos estado allí, lo sabemos.

6. «No era comprensible que el malestar estuviera tan contenido en una situación potencialmente tan explosiva: 20% de trabajadores en paro; 43% si nos ceñimos a la población juvenil. Se estaba tirando a toda una generación por la borda -con las terribles consecuencias de futuro que eso tiene para el país- y aquí no se movía nadie. Han circulado diversos argumentos para explicar esta atonía: la renta per cápita es todavía suficiente para que las clases medias y parte de las populares puedan proteger a sus hijos; el miedo es muy grande en una sociedad en la que, sin horizontes de futuro, la gente teme perder lo que tiene; el bienestar de estos últimos años ha generado un cambio cultural hacia posiciones más conservadoras; el discurso de la crisis y de los ajustes ha calado y la gente lo acepta con resignación.»

Josep Ramoneda, «Del malestar a la indignación», El País, 19-05-11

7. Muy sagaz, Ramoneda, al hablar de las clases medias y populares que aún pueden proteger a sus hijos. Esto, en parte, también alimenta el escepticismo de aquellos que dicen: «¡eh!, ¡vosotros, los jóvenes, os pegáis ocho viajes al año low cost y tenéis iPhone», lo cual no es ni mucho menos cierto —al menos que yo sepa y en mi entorno—. Pero esto, el asidero y solaz de la generación anterior, es moralmente humillante. Y además lo es para todos.

8. «Más que en un cambio drástico de las instituciones políticas y sociales y de las estructuras económicas, esta presunta revolución española que enarbola su nombre en inglés –Spanish Revolution– hace pensar más bien en los enrollados que van al restaurante a comer noodles porque, llamando noodles a los fideos, creen que son supercosmopolitas. Necesitados de una causa por la que luchar, los campistas se ven como revolucionarios, sin darse cuenta de que ese mismo nombre en inglés denota sumisión a todo un sistema de valores; no sólo lingüísticos.»

Quim Monzó, «He aquí la Spanish Revolution», La Vanguardia, 19-05-11

9. Excluyendo a los innombrables que todos sabemos, tal vez Quim Monzó haya publicado el artículo más necio sobre lo que está sucediendo. El falso cosmopolitismo al que Monzó apela, en efecto, es falso. Recuerdo una conversación reciente con un profesor de literatura, en la que me desmintió mis sospechas sobre las tasas de paro entre los licenciados de filología:

—Qué va, en filología hay un 100% de licenciados con trabajo. Siempre y cuando te vayas al extrajero.

Es decir. Monzó, como el resto de contribuyentes, financian la formación de una generación de universitarios que posteriormente alimentan el resto de economías europeas. Ya sabéis que no me canso de repetirlo: la ¿boyante? USA, un siglo atrás un foco de provincialismo que fue motivo de chiste entre los personajes de algunas novelas británicas de época, prosperó con la fuga de cerebros europeos. Todo mal.

10. La Junta Electoral prohibió anoche las manifestaciones en la jornada de reflexión. Dicho queda. Esta noche, ya saben dónde.

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Texto de Alberto Acerete:

LA DEMOCRACIA DEL LENGUAJE

Otros, más valientes que nosotros mismos, han empezado todo esto. Se nos ha puesto en bandeja; sólo necesitan nuestro apoyo y en eso nos encontramos. Queremos, exigimos, una democracia real, lo que implica por tanto una reformulación del sistema, llevándolo a la transparencia. No somos (y digo somos porque la grandeza de su propuesta radica en que el simple deseo y unión te hace partícipe y miembro) un movimiento antisistema, porque creemos posible la renovación de lo que deberíamos tener, desde dentro. Desde la legalidad y las normas de convivencia que aceptamos. Porque no protestamos y creemos que el error está en la existencia del sistema mismo, y no centramos esta protesta en la queja en sí (cómo si llevan haciendo años los políticos, sea cual sea su ideología, buscando en todo momento el poder, prometiendo la solución pero no aportándola), sino en el cambio y en propuestas reales para ese cambio. Creemos, por tanto, en la democracia. Pero no en esta que tenemos. Es por eso por lo que deberíamos centrarnos en lo democrático, en un cambio hacia una democracia real.

Hemos empezado a ser conscientes de que la política, y con ella nuestra democracia, se han convertido en un componente más del mercado, lo que se traduce en que la política es mercado. Siendo conscientes de eso, hay cosas que deberíamos cuidar. El mercado no es un ente abstracto: el mercado lo hemos ido componiendo entre todos, somos todos nosotros y, como bien estamos dándonos cuenta, lo hemos hecho extremadamente inteligente. El mercado, gracias a unos y a otros -asumamos nuestra parte de culpa-, ha desarrollado estrategias de expansión y difusión y, con ellas, de manipulación. Y, la principal de ellas, ha sido el uso del lenguaje. Nos encontramos en un momento pro-democrático en que deberíamos dejar a un lado, o mirar con cierta perspectiva, nuestras ideologías. Porque, más allá de partidos, escaños y elecciones, debemos exigir el triunfo de la democracia.

El triunfo de la democracia no es el triunfo de una ideología sobre otra. España no es dos, como conviene que creamos. El triunfo de la democracia es la representación legal de cada una de las ideas que en un país puedan converger, de la derecha a la izquierda, siempre cuando no se vuleneren derechos humanos o constitucionales. La existencia de unas ideas debería hacer crecer y replantear otras. Que exista la oposición debería favorecer el desarrollo de las legislaturas: señalar el error y proponer soluciones. Tanto el partido en el poder -el que sea- como los partidos en la oposición -la oposición no se polariza en un partido, sino que es oposición todo aquél que haya sido elegido por los votantes- deberían velar por la mejora del país, por el interés de los ciudadanos, trabajando en conjunto. La divergencia y diversidad de criterios son lógicos y necesarios, pero han de ser resueltos en soluciones. La democracia exige voluntad de servicio al que quiere participar en ella. Y responsabilidad.

La responsabilidad, por otra parte, siempre denota madurez y reflexión y en eso consiste el pensamiento. El mercado (y por tanto la política) nos ha educado (también ha sido y es mercado la educación, por desgracia para nosotros) enseñándonos qué hemos sido y qué somos. Ahora, nos hemos dado cuenta de que estamos muy por encima de lo que creíamos ser. Una de las estrategias del mercado, como he dicho antes, consiste en hacer un uso consciente -y para que haya consciencia deber haber reflexión primero, así que también reflexivo- del lenguje, aunque entre sus fines no esté el bien colectivo. El idioma y sus connotaciones alejan tanto como unen.
Con todo esto me refiero a lo siguiente: ayer estuve en la Plaza del Pilar apoyando la indignación ciudadana. Todos allí proclamábamos la democracia real y así se demostraba: quien quisiese podía subir al escenario y presentar su discurso, su opinón, lo que fuese. Todos tenemos voz y del que hable suponemos una reflexión previa. Hasta aquí, no dudo el proceso democrático y el buen hacer de los ciudadanos como yo. Sin embargo, muchas de las consignas escuchadas (y me enorgullece como ser humano el entusiasmo de muchos) se ven llenas de un vocabulario que, en lugar de favorecer esta unión democrática, aleja a parte de la sociedad (sobre todo parte de la izquierda menos radical y la derecha desencantada que podría adscribirse al movimiento, la parte más de centro -si eso existe-, que si bien nunca iniciarían un movimiento así, podría acercarse y hacerse partícipes). Quizá sería conveniente, como hace el mercado constantemente, detenernos, ahora que todo empieza todavía, a calibrar cómo expresar nuestra reivindicación. Deberíamos ser más inteligentes que el mercado que nos desdemocratiza, y calibrar cada una de las expresiones que emitamos. Quizá, hacer uso de un nuevo lenguaje que no suene a discurso de izquierda (para algunos radical), buscar una terminología que asumir al expresarnos, serían buenas soluciones. Como he dicho, la reflexión es el paso previo a la elección y la elección real es primordial para que exista la democracia, pero para que se dé la reflexión, el pensamiento, es imprescindible el lenguaje y el uso que hagamos de él. ¿Podemos defender un movimiento democrático desde un vocabulario impregnado de referencias ideológicas y políticas determinadas para una gran parte de la sociedad? ¿Sirve de algo hacer frente al mercado, a la política, reivindicando la participación de todos para el bien común de todos, desde un discurso por el que se sientan repelidos parte de los ciudadanos? Creo que el ahora, un momento difícil al que hemos decidido conscientemente enfrentarnos, nos exige un acto de generosidad ante nuestros ideales y centrarnos en la reivindicación de una democracia de todos y para todos, lo que exige, a su vez, una democracia con todos, o en la que todos puedan ser (y sobre todo quieran ser) partícipes.

Dejemos, además, el insulto a un lado, porque acaba siendo el mismo comportamiento que nuestros políticos vienen prodigando. ¿Hay rabia? Sí, porque ahora hay emoción y gente implicada. Pero, de nuevo, podamos con esto a lo que hacemos frentes, que no es nada sin nosotros, y cambiémoslo. Canalicemos esa rabia en propuestas y resultados útiles.

Dejemos, por tanto, de lado nuestros intereses (se pide "vencer el individualismo de este sistema) -lo mismo que les pedimos a los políticos- en favor de los intereses de todos. Pongámonos a distancia de nosotros mismos y evaluemos nuestra expresión antes de emitirla: PENSEMOS.

Para terminar, he de decir que soy consciente, por otro lado, de que el movimiento Democracia Real Ya no aboga por ideologías y partidos sino por la democracia. Que son los individuos a los que se les da voz en las plazas (qué alegría que se haga) lo que hablan -y lo entiendo- desde sus convicciones políticas y sociales. Así que es nuestro, de aquellos que apoyamos la democracia y este movimiento, el deber de hacer a cualquiera que así lo quiera ser partícipe de esto. Seamos todos para el bien de todos, de verdad.

Así que démosle a la democracia que deseamos lo que ella espera de nosotros: responsabilidad (pensamiento e interés común).

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Un poema de Marce Jimena Almagro:

Pueden llamarnos antisistema

Aunque yo he visto muchos

De los que estamos dentro de dicho,

Levantando las palmas de las manos,

Un systema no es más

Que la relación de sus componentes

Y no os guste o no -para bien o para mal-

Todo está relacionado.

Pueden llamarnos okupas

Porque unos acampan en una plaza

Y otros cuando salen del trabajo

-Aunque sea por curiosidad-

Pasan para colaborar con la causa,

Se cree justo

Clamar por la justicia social y

Contra la especulación político-económica.

Pueden llamarnos comunistas

Aunque algunos no hayan leído

Ni siquiera una sola frase

De Licergo, Platón, o Babeuf

Ni a los utópicos,

Ni siquiera a Marx, Luxemburgo o Bakunin,

Y mucho menos a Kropotkin , Malatesta o Mao.

Comunismo es movimiento,

Anular un estado real y superarlo

Porque ya no pueda más,

Movimiento del trabajo

Actualmente estancado.

Hartos de tapar las grietas

Con cemento de quehaceres deshajenados.

Pueden llamarnos ninis,

Bien sabemos hacia donde

Viaja la enseñanza,

Pudiera ser que la tal llamada

teoría de la conspiración

La erijan ellos...

A buen entendedor

Pocas palabras bastan

Y cuánto menos cultura

Más dominación,

A rebaño controlado

Buen descanso del pastor.

Aunque no soy de ETIQUETAS

Ni somos subproducto

-por garantía de seguridad-

La utopía es libertad.

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Texto de Federico Fernández-Crehuet López y Daniel J. García López
(Profesores de Filosofía del Derecho en la Universidad de Almería)

PRIMAVERA DEL FUTURO

37 años de promesas incumplidas son demasiados. Quizá –y esta solo sea una explicación parcial– estemos asistiendo a los primeros pasos de otra transición democrática y dejando atrás aquella otra narrada e idealizada en los libros de historia al uso. Desde luego, que nadie se lleve a engaño, no afirmamos que el avance de estos años haya sido menor, pero sí que es mejorable. Para que estos días no se conviertan en un mito o en lugares para el recuerdo pensamos que es necesario actuar de un modo muy concreto y tener presentes algunas ideas.
1.- No es necesaria la institucionalización. Ya han surgido algunas voces llamando a que el movimiento del 15-M se convierta en un partido más, el de los descontentos, el de los ciudadanos desilusionados, dando con ello voz y voto (la tendrían a ciencia cierta) en los distintos parlamentos. Esta estrategia se nos antoja poco afortunada. No solo supondría una negación patente de los principios que parecen articular este movimiento, sino que una institucionalización conllevaría plegarse a los canales de participación que indudablemente restaría buena parte de frescura o de ímpetu a las solicitudes sociales.
2.- El movimiento del 15-M es –huelga decirlo– un movimiento democrático. Las alaridas de la derecha carpetovetónica, con las garras más afiladas, han afirmado que el 15-M posee ciertos paralelismo con la democracia orgánica –Aguirre dixit–. No se trata de eso. No se ponen en tela de juicio los valores democráticos (nos atreveríamos a decir que incluso constitucionales); justo lo contrario, el pueblo está recordando a los políticos cuáles son los principios de este sistema: una persona, un voto; paridad de derechos sociales y libertades civiles; independencia de los poderes; distribución equitativa de la riqueza, limitación del poder de los nuevos decididores (bancos, multinacionales, etc...). No, no tenemos nada que ver con el "Movimiento" del que otros tienen nostalgia
3.- Nueva constitución de un espacio público. En este sentido las tecnologías informáticas han diseñado (como ya sucediera anteriormente con otros cambios de formato del saber, piense en el libro) un espacio social distinto, más horizontal, acéfalo, anónimo, más participativo y menos constreñido por las instituciones. En este sentido, la ausencia de un discurso a la antigua usanza no constituye, a nuestro juicio, un defecto sino la gran virtud de la ola del 15-M. Se trata, nos parece, de establecer un espacio de confrontación dialéctica entre "nuestros" representantes y nosotros, haciéndoles ver que la democracia no se puede reducir al mero acto de introducir una papeleta en una urna cada cuatro años; que la sociedad está dispuesta a levantar su voz en la calle, en los medios de comunicación de masas tradicionales o en los espacios digitales para mostrar, cada vez que sea necesario, su descontento con la política llevada a cabo hasta la fecha. Una hidra con mil cabezas, una red en tensión, que recoge los intereses y demandas más diversos, virtual y física, así debe ser esta nueva sociedad civil.
4.- Internacionalización. La esclerosis del bipartidismo al servicio de intereses económicos, la ausencia del espacio público en las decisiones políticas, el descontento generalizado de los ciudadanos, no es algo que se encierre entre el Aneto y el Mediterráneo. Es necesario que la sociedad civil se internacionalice. Habermas y Derrida se ponían por una vez de acuerdo para atisbar en las manifestaciones contra la guerra de Irak el primer paso hacia una sociedad civil globalizada. Los nuevos decididores se mueven a nivel internacional, la soberanía nacional y los endurecimientos y fallas del sistema democrático se producen igualmente en los espacios trasnacionales (lo estamos viendo estos días con la "redefinición" del espacio Schengen), por todo ello, y esto quizá sea lo más complejo, la llamada "primavera española" debe ir más allá para tener éxito más acá.
5.- Felicidad. El encuentro festivo y pacífico al que estamos asistiendo reivindica una necesidad vital que la ciudadanía parecía no encontrar o no saber que existía: la felicidad. Una felicidad solidaria, una felicidad emancipadora, una felicidad que no quiere ocupar el poder y es por eso mismo que el poder se desconcierta y trata de utilizar el miedo y sus inhibidores de la felicidad (cordones policiales, ilegalidad de las concentraciones, rumores de desalojo, desalojos, cargas policiales, detenciones, heridos, etc.). Mas estos inhibidores se encuentran inesperadamente con el abrazo de dos desconocidos que ya se aman en el instante en el que se recibe una llamada de tal ciudad informando de que miles de personas están sintiendo lo mismo que tú sientes al abrazar a ese desconocido-amado. Ser-los-unos-con-los-otros nunca antes había tenido tanto significado. Es la hora del con- del contacto, del con- del contagio; de esta felicidad que rebosa en cada plaza, en cada calle, en cada esquina en la que alguien dice "estoy indignado". Co-existimos en la espontaneidad de esta des-obra que trastorna las formas sociales impuestas. He aquí la potencia de este movimiento. Mas se trata, al mismo tiempo, de una felicidad agridulce. Sabemos que más allá de la plaza las condiciones sociales, políticas y económicas que sufrimos poseen un sabor bien distinto al del micro-clima acontecido en cada plaza.
6. Cuartel de invierno. Hace unos años un poeta habló del cuartel de invierno. Un refugio en el que la revolución estaría esperando que el frío del invierno capitalista dejara paso a la calidez de la primavera. Mayo de 2011. Esta es nuestra primavera. Este es el momento de salir del cuartel, de derruir los farallones del cuartel. La lloviznita de este mayo nos está rociando y haciéndonos sentir que la revolución está dentro de cada uno de nosotros, floreciendo con esta felicidad que nadie nunca jamás podrá reprocharnos haber sentido. Estamos indignados; pero juntos estamos felices.

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Texto de Miguel Agnes:

La Imagen y el Tiempo

En Sol cada día que pasa es como si hubiera pasado un año. Ya se han sucedido cuatro estaciones, con cada uno de sus días, en once jornadas. 365 días en 264 horas.

Esta mañana, la violencia de estado ha cargado contra la plaza de Barcelona. Ha habido confusión, la emoción encendida, sangre, heridos, y de ahí han brotado cientos de imágenes, imágenes que han dado la vuelta al mundo. Imágenes que contrastan con la imagen que se tenía hasta hoy de los "indignados".

Porque si algo no han sabido gestionar, si hay algo que se les ha ido de las manos, es eso: La imagen. Lo demás lo han hecho con una diligencia asombrosa, en toda una celebración del ingenio humano, del colectivismo, la solidaridad y la eficiencia. El único argumento que se esgrime en contra de las acampadas es el mismo: "Que si están jugando a las casitas", "que si han plantado lechugas", "que si hay talleres de clawns"...

Argumento superficial, irracional, casi inocente, espero, aunque esté causando mucho daño. Porque lo que ocurre en las acampadas ocurre a pesar de todo eso. Ellos mismos son conscientes de este problema, pero son un Movimiento exquisito con las libertades, integrador y no excluyente, horizontal, y no vertical. La gente les echa en cara el resultado de las elecciones, los comerciantes de la zona les culpa de su economía, levantan todo tipo de intolerancia entre personas que se creen progresistas... Y todo por la imagen.

La imagen y el tiempo. La gente debe de pensar que llevan ya un año en Sol, apostados, y es verdad, pero también es verdad que llevan 11 días. 264 horas. Y les exigen que se pongan de acuerdo ya, que hagan sus propuestas ya, que se vayan, que ya les vale.

Sol se enfrentó esta semana a su futuro, y llegó a varias conclusiones. Es importante salir de allí. La ciudad que han levantado cada vez es más grande, la adhesión y el rechazo cada vez son mayores, y esto no se puede mantener indefinidamente. Es como si llevaran ya un año. Y es imprescindible una salida honrosa, con la cabeza bien alta. Con unas bases establecidas que articulen todas las plazas de todo el país, con una operativa que mantenga vivo el Movimiento, conseguir que por fin la ciudadanía tenga voz en el proceso político, modificar la ley electoral y acabar con los privilegios de la clase política. Decidieron aguantar hasta el Domingo.

Pero esta mañana las cosas han cambiado. La violencia ha irrumpido. Lo que ocurrirá a partir de aquí, es impredecible. Al fin y al cabo, quedan dos meses para el Domingo...

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Texto de Miguel Espigado:

(Más, aquí:
http://elespigado.wordpress.com/2011/05/26/dias-de-la-constitucion/#more-1075)

Días de la Constitución

20 de mayo de 2011. Entro en el Mediamarkt, directo a la sección TOP 10 de los libros más vendidos, donde hago fotos al número 8 y al número 9, ocupados, respectivamente, por "Reacciona: 10 razones por las que debes actuar frente a la crisis económica, política y social", e "Indignaos". A los pocos segundos aparece un guardia de seguridad y me dice que no se pueden sacar fotos dentro del establecimiento.

- De acuerdo- digo yo- entonces, si no le importa, cojo estos dos libros y me voy a pagarlos.

- Claro- responde con amabilidad- pero antes tiene que borrar las fotos.

- ¿Pero no se da cuenta de que esto es histórico?

Llamo a mi amiga Cata para que me acompañe a la concentración que desde el martes pasado acampa en la Plaza de la Constitución, para exigir democracia real a dos días de las elecciones autonómicas y municipales. No sé si debería, me responde, como soy colombiana... No pasa nada, no te preocupes, le digo, aunque en las horas sucesivas iré comprendiendo sus miedos. Quiero tomarle el pulso a la acampada como a una mini-república donde se ensaya la viabilidad de este movimiento, el único que ha logrado movilizar a varias generaciones de jóvenes españoles desde que yo estoy vivo.

La Plaza de la Constitución se forma por dos segmentos rectangulares a ambos lados de la Gran Vía, y cuando llegamos, solo uno queda ocupado por un grupo de unas doscientas personas, donde se mezcla el ambiente de facultad en un día primaveral con la presencia de familias, gente de edad y algunos miembros de organizaciones políticas con estéticas reconocibles, aunque desposeídos de sus símbolos, para evitar identificaciones partidistas. La Junta Electoral ha prohibido que la acampada siga mañana, día de reflexión antes de las elecciones, y el único argumento para justificar su permanencia es evitar cualquier mensaje que pueda influir en los votantes, lo que incluye signos políticos de cualquier clase. Además, el movimiento ha nacido con la idea de representar a todos, y no identificarse con ninguna organización anterior. De entre la multitud resaltan unas diez personas con chalecos reflectantes y megáfonos que ocupan puestos de información, e identificamos como los organizadores. Entre ellos, un chico de coleta rizada explica a un chaval con una camiseta de la selección española el rifirafe que se produjo ayer en la plaza por este motivo.

- Han venido los de Comisiones Obreras y ha habido un pequeño lío, porque nosotros estábamos aquí primero. Se han quedado una media hora, con sus silbatos y sus petardos.

- ¿Y qué querían los de CCOO?- le pregunta el chico.

- No sé -responde el chico del chaleco- a mí no me interesa lo que haga Comisiones Obreras, sinceramente.

- Pero Comisiones Obreras no se ha unido a la manifestación- preguntamos.

- No, no, para nada- responde- nosotros no queremos unirnos ni a Izquierda Unida, ni a Comisiones Obreras, ni a UGT ni a ningún otro sindicato ni tonterías varias

- ¿Pero quienes sois vosotros?

- Nosotros somos... la sociedad. Somos gente que está hasta los huevos, gente joven. También hay un señor de 76 años ahí que lleva más tiempo que yo, aquí a pie de calle, y ha ofrecido comida y mantas. Cada uno pone su granito de arena para aguantar el tiempo que haga falta.

- O sea que la organización es espontánea, y...

- Sí, somos una organización horizontal. No hay líderes, no hay jerarquías. Yo llevo ahora mismo un peto amarillo porque no lo lleva otro. Y aquí podría estar recogiendo firmas cualquier otra persona.

- ¿Y el manifiesto al que os atenéis cual es?

- En un primer momento nos atenemos al manifiesto de Democracia Real Ya. Después ellos lo cambiaron, lo reajustaron, y nosotros lo hemos estado debatiendo. En la asamblea de las 9 va a quedar todo claro... Estamos de acuerdo al menos en un 90% de los puntos. También se decidirá que es lo que vamos a hacer esta noche, y donde nos vamos a reunir. Probablemente nos quedemos aquí, en la Plaza de la Constitución.

- ¿Y tú por qué estás aquí?

- Tengo 18 años, estoy estudiando, y las cosas están muy chungas. La gente de mi generación no tiene una jubilación decente asegurada. Es por conciencia social, conciencia crítica. No nos pueden estar engañando, no vivimos en democracia, no elegimos al presidente del gobierno, ni al jefe de estado, y eso de un hombre un voto es mentira, gracias a la ley D´hont. Yo quiero una reforma total del sistema.

- ¿Son tus primeras elecciones?

- Sí, y no puedo votar por la burocracia, porque no me ha llegado bien el sobre. Yo soy de Algeciras, en Cádiz.

- ¿Cómo te llamas?

- Pablo Tapia Sánchez.

A escasos metros abordamos dos parejas que rondan los cincuenta. Cuando le preguntamos por sus razones para estar aquí, todos animan a uno de los señores a que nos conteste:

-Hombre, porque estamos a favor de esta revolución joven- nos dice- y porque creo que ya basta. España es un país totalmente corrupto. La ley protege al delincuente y joder, ya está bien. Ya era hora de que la gente se movilizara. Lo que los sindicatos no han conseguido lo han conseguido un grupo de jóvenes que son dignos de admiración.

- ¿Esta concienciación les viene por ustedes mismos, por algún hijo o familiar con una mala situación?

- También, también. Pero con una nómina de poco más de 1000 euros y retención e IRF del 20%, no hace falta más. ¿Quién paga la crisis? ¿Nosotros, los trabajadores? Se acabó la tontería. Yo creo que hay que seguir, y debemos ir a más. Esto debe continuar después de las próximas elecciones, hasta las próximas.

¿Pero la política puede interceder en la banca en España, en los grandes capitales?

- Yo no sé como puede intervenir. Pero nosotros hemos planteado un problema y ellos son los que tienen que resolverlo. Si son tan listos que lo resuelvan. Igual, ellos no quieren resolver la corrupción. Pero esto es una manifestación de gente joven, y algo tendrán que hacer. Y si no saben se tendrán que ir.

- ¿Hay algún partido que le haya decepcionado especialmente? ¿O todos?

- Yo soy de izquierda, y entiendo que este gobierno lo ha tenido muy difícil. Si hubiera ocurrido con un gobierno de derechas, esto no hubiera sido una manifestación pacífica, estaríamos hablando de una cosa mucho peor.

Entre la multitud abundan los estudiantes, algunos ejerciendo in situ, repasando sus exámenes en un rincón de la plaza identificado en un mapa escrito a mano sobre un cartón como "biblioteca". También hay algunos matrimonios de cuarenta años, con sus hijos pequeños correteando entre las piedras blancas que bordean el centro de la plaza o durmiendo la siesta en sus sillitas, junto al grupo que toca tambores y didjeridus con discreción, y que más adelante desaparecerá. Entre la algarabía de dueños de perros, mimos haciendo globos en forma de corazón y guitarristas grabados por equipos de televisión, nos llaman la atención tres adolescentes sentadas un banco. Cuando hablamos con ellas, una comienza una frase y otra la termina, o bien se interrumpen para completar ideas, en perfecta sintonía.

- ¿Por qué estáis aquí?- les preguntamos.

- Queremos un cambio. Y un futuro.

- Sí. Un futuro mejor.

- Porque según vemos como van las cosas... nada

- ¿Es por una preocupación personal, por vuestro grupo de edad, o por toda la sociedad?

- Yo creo que somos el futuro, que somos jóvenes...

- Se supone que tenemos que empezar ya...

- Tenemos que mentalizarnos antes de llegar a los dieciocho, y pensar ya en quién queremos que nos gobierne. Porque yo no quiero que me gobierne un bastardo que esté borracho y se reúna con otros presidentes y lo único que haga es reírse de a quién gobierna. Yo quiero saber quién manda.

- Y que hable en nombre de la gente, en nombre del pueblo. No que hable para ellos y se quede la pasta y...

- Y sobre todo que oiga lo que quiere el pueblo, no que haga lo que le convenga a él.

- Veis que aquí no hay ideologías políticas ¿Eso que os parece?

- Bien, porque lo que se quiere es un cambio, y lógicamente no vamos a coincidir todos.

- A ella le han dicho que se quitase la camiseta de Anarquía... Yo creo que no deberíamos llevarlas, porque aquí tenemos que estar todos en común, lo que queremos es un mejor futuro...

- Un cambio.

- Lo de la ideología es ya otro tema.

- Es verdad ¿Y creéis que seremos capaces de seguir con esta organización? ¿Cuándo esto termine?

-Sí

- No lo sé.

- Si la gente quiere que haya cambio, si de verdad están convencidos, y de verdad quieren, sí. Si no se rinden, sí.

Según van pasando las horas me encuentro con amigos y más gente de la ciudad, aunque con muchos menos de los que me gustaría. Entre ellas, saludo a Alba, filóloga y profesora de español. Cuando la conocí, y me enteré que trabajaba en una academia, por la cara que debí poner, me preguntó directamente, ¿buscas trabajo? ¡Claro!

Yo también tengo mis razones para manifestarme. Tengo 30 años, con 26 terminé mis estudios y pasé dos años trabajando como profesor de español en el extranjero, hasta que se me acabaron las becas y volví a casa con mis padres. En los meses siguientes he movido mi CV para encontrar trabajo en varias académicas de la ciudad, pero todas me rechazaron. Recuerdo que un amigo intercedió por mí, y luego me copio el chateo con el que había intentado convencer a un contacto para que me contratara.

- Es licenciado en Filología y Teoría de la literatura, tiene experiencia laboral, y es escritor.

- O sea, un rojo- objetó el contacto. No volví a saber nada...

- Me ha dicho mi jefa que le des el CV ya- me dice Alba en estos momentos- contratan 20 horas semanales. El sueldo no es muy alto pero son serios.

- Claro -le digo entusiasmado- la iré a ver inmediatamente.

Pero en el fondo, me jode que me haya salido esta oferta. En la enseñanza de español no hay convenio, se considera enseñanza no reglada, por lo que una profesión que podría dar de comer a muchos filólogos ha degradado notablemente sus condiciones. Si a esto le sumamos que muchas academias han sido montadas por gente venida del negocio de la hostelería, que las manejan como si fueran parte de un paquete turístico (y de hecho, muchas veces, lo son), se entenderá porque adolecen de tanta precariedad.

La plaza se ha ido llenando hasta casi rebosar. Cuando la asamblea da comienzo y la gente se sienta, aún queda un gran grupo en pie. Son las nueve y diecisiete de la noche, y se respira una gran expectación, pues somos muchos los que acudimos a una asamblea por primera vez, motivados por en gran medida por la inminencia de las elecciones, y la orden de la Junta Electoral de disolver las acampadas del 15M, que se hace efectiva a las 12 de la noche. Pese a la promesas del Ministerio del Interior de no cargar con la policía, existe una gran incertidumbre sobre lo que pasará. Un tío alto, de unos 30 años, cabeza rapada y grandes patillas, es recibido con manos agitándose y los brazos alzados, uno de los tres gestos silenciosos que los asistentes ya han asimilado y permiten agilizar el encuentro.

- Estamos aquí desde el martes, con una actitud pacífica- comienza, a través de un megáfono gigantesco- y esto tiene que seguir siendo así. En el campamento no se pueden consumir bebidas alcohólicas, sustancias estupefacientes o drogas. Quien quiera hacerlo, que se aleje doscientos metros de la plaza. No llevamos banderas. Estamos aquí para defender intereses comunes, sin partidismos de derecha o izquierda. Aceptamos gentes de todas las razas. No representamos a la Democracia Real Ya, pero adoptamos su manifiesto. SOMOS PERSONAS, NO PRODUCTOS DEL MERCADO. (Aplausos silenciosos y por fin aplausos de verdad). Aunque veáis a gente con chalecos distintivos, esta gente no vale más de lo que vosotros. Simplemente nos obligan a llevarlos, por normativa. Quien quiera, puede pedirlos y tomar el relevo. Los puntos de esta asamblea se ceñirán a lo que va a ocurrir hoy y mañana. Que intervenga todo el mundo que quiera intervenir. La viabilidad que tiene quedarnos aquí, hasta ahora no la conocemos. La acampada de esta ciudad queda desconvocada a partir de las 12 horas, para que no se pueda hacer responsables a las personas que pidieron el permiso. Quienes que se quedan lo hacen bajo su propia responsabilidad. No va a haber insultos ni silbidos. No va a haber ningún tipo de provocación. Y nada de tocar las piedras de los arbolitos (risas sonoras)). En el caso que alguien incumpla lo anterior, aislarlo. Dejarle claro que no representa al grupo. Si no podemos controlarlo, nos retiraremos y luego volvemos.

Una chica con camiseta de tirantes toma el relevo.

- Si viene la policía a echarnos, lo que está pensando es no movernos. Haremos una sentada pacífica, encadenados de manos y piernas. Mantened el puño cerrado, y el pulgar entre la palma y los dedos. Si te pillan por el pulgar, malo. Volvemos a repetir: nada de insultos ni de provocaciones. Aquel que los haga no será ayudado por el resto del grupo. Si hay una trifulca, acudiremos en ayuda del compañero.

- La policía nos ha tratado maravillosamente bien- retoma el de las patillas- hemos tenido un trato exquisito con la policía. Me parece peligroso decir que la policía es peligrosa, que nos van a matar a porrazos. Eso es mentira.

-¡No se oye! ¡Que hable la chica!- gritan.

- Rubalbaca y Castilla y León han dicho que no van a levantar acampadas mientras no haya violencia. El tribunal está tramitando un Recurso. En cuanto sepamos algo os lo contaremos. A partir de las 24 horas nos pueden desalojar. La primera pregunta de la asamblea es, si eso sucede, ¿vamos a continuar aquí o nos vamos a otra parte, si nuestra resistencia pacífica no es suficiente? Si hay carga, va a haber que moverse de uno a otro lugar. Debemos decidir cuatro puntos de encuentro (esos no los vamos a decidir aquí, evidentemente). Y que nadie firme ningún papel que traiga a policía.

Mientras los organizadores se alargan en su discurso, se extiende la confusión, propiciada por el gentío creciente, la mala visibilidad, el murmullo y la distorsión en los megáfonos. El de las patillas se escusa: "lo siento, es que hay mucha información". Finalmente, comienza la asamblea. El primer punto, que se comerá la mayoría del tiempo, es sobre si trasladar la concentración a la Plaza Mayor. La gente hablara de pros y contras, pero sus voces se pierden por la escasa potencia de los megáfonos. Un hombre se levanta y se larga con actitud resuelta, como para mostrar su disidencia con la asamblea.

- Aquí se está llegando a una rutina que es importante- dicen algunos- ya nos estamos familiarizando con esta plaza, ¿vale?, y eso es bueno. Se puede empezar a habilitar al espacio del otro lado de la Gran Vía, y así cabremos más. Si nos movemos de aquí, ya nos han desalojado antes de intervenir. Y la policía tiene más experiencia en la Plaza Mayor.

- En la plaza Mayor hay más espacio- dicen otros- es un lugar más público, tendremos más visibilidad (tímidos aplausos en cierto sector de la plaza). Tendremos oportunidad de captar más gente. Además, la Plaza Mayor es patrimonio de la humanidad

- Pero toda la ciudad es patrimonio de la humanidad- apostilla alguien (aplausos y silbidos).

- Eh... vale, ya está, ¡eh!- gritan los de más allá- cuando lleguen las lecheras, nos van a pillar en esta ratonera. La Plaza es un sitio grande, habrá más movilidad, y eso hará que la gente no se caiga si hay movimientos bruscos. Además, aquí estamos escondidos.

- ¿Te parece que estamos escondidos aquí?

- ¡SÍÍÍIÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ!

- ¡NOOOOOOOOOOOOO!

- ¡!!UN POCO SÍ!!!

(Silbidos y más silbidos, los moderadores piden tranquilidad)

- ¡QUE LO REPITAN!- gritan por ahí- ¡NO LO HEMOS OÍDO!

Movimiento, algunas personas se van, pero en general, sigue habiendo mucha gente.

- No podemos seguir haciendo lo que quiere Rubalcaba -siguen- no necesitamos permiso, no necesitamos nada. Vamos a hacer las cosas, como queremos, cuando queramos. El menor de los problemas es si nos vamos a La Plaza o no. Tenemos que ser más reivindicativos, mucho más reivindicativos.

(Ligero Abucheo, que acabe ya, algunos aplauden)

- No hay que hacer discursos basados en el miedo- dice otro- aquí es donde nació el movimiento, aquí es donde empezamos. Hay que dejar la Plaza Mayor para el final. Quedarse aquí no significa miedo. Nos hemos multiplicado un millón de veces. Y podemos ocupar la acera de enfrente. La calle es nuestra y vamos a donde queremos. Una plaza no hace más grande un sentimiento... bla bla bla...

La gente gira los brazos, para que se cambie de tema. Las señoras mayores ya conocen perfectamente la kinésica oficial.

- ¿Por favor, hay un abogado aquí? Nos vendría bien un abogado- grita alguien por el megáfono- si hay algún abogado que venga aquí urgentemente.

- Llevamos una hora hablando de lo mismo- me dice Cata, que está sentada a mi lado.

- Pero es que así es la democracia participativa- digo yo.

- Ya –dice Cata- yo no creo en eso.

("Esto es una frikada", oigo por detrás) La gente agita los brazos, otros los giran. Se habla de cosas diferentes desde varios megáfonos. Alguien se burla de la que habla, imitándola con voz de gilipollas. Le recriminan su actitud y le piden que se calle. El responde "me toca los cojones, que no sea tan gilipollas". Finalmente se procede a la votación. La chica de mi lado confiesa que no sabe que se está votando.

- Para respetarnos todos- repiten- intentemos usar un lenguaje más cuidado.

- Bueno, bueno, bueno- oigo por detrás- el lenguaje que nos salga de los cojones.

Luego me giraré y reconozco a los tipos que esperaba encontrarme, aunque privados de sus distintivos. Si no hubieran abierto la boca, no hubiera adivinado de qué palo iban, pero puedo distinguirlos del resto de la multitud en cuanto hablan, aunque no vayan marcados. Son los que más inciden en las supuestas cargas policiales. Se nota que están en minoría, cuando la calle ha sido suya, y han sido los único que se han manifestado en la ciudad durante años, por un montón de causas que van desde los saharauis hasta el imperialismo. Pero hoy han sido desposeídos de sus símbolos y se encuentran entre personas que nunca verían en las manifestaciones minoritarias que convocan tantos días.

- ¿Quien se quiere cambiar a la Plaza Mayor?

Levanta la mano un 10%

- ¿Quien se quiere quedar aquí?

La levanta todo el mundo.

- Por mayoría, nos quedamos aquí.

La chica de los tirantes habla con esa clase de paciencia que desarrollan los monitores de los Boy Scout. El de las patillas habla como una persona pura, y humilde, sabedor del peligro que tendría asumir cualquier rol de liderazgo. Un pequeño grupo de gente se marcha mientras se intenta votar un plan de evacuación. Alguien dice: "Rami, el Chuchi pide que se va a votar un cigarro a título personal". Otros sugieren que sean los del balcón los que cuenten las votaciones. Lo malo es que no tienen megáfono.

- "NO HAY PROBLEMA"- grita la del balcón con voz de verdulera. Risas y aplausos.

- No va a haber desalojo- nos dicen ahora- pero, por si acaso, debemos pactar cuándo y cómo nos vamos a mover por la ciudad.

Se continúa el debate. La gente quiere que se planteen más alternativas al desalojo. Mueven los brazos. Alguien dice "Esto tiene que organizarlo alguien, macho". Pero no hay líderes, solo ciudadanos. Un francés habla (mal) sobre algo que nadie comprende. "Aprende español", escucho por detrás, "Viva la resistance". Los culos empiezan a doler de estar en el suelo. Se habla de un artículo de la ley, intentando explicar el movidón legal del desalojo, y la gente se impacienta. Alguien dice que la policía está encantada. La policía está encantada de liarse a hostias, responde el de atrás.

-¿Quién está de acuerdo en que no se firme nada que nos traiga la policía?

Todos de acuerdo

- ¿Quien no?

Nadie.

- Si yo firmo –dice Cata- me ponen en un avión mañana.

Nos estamos perdiendo en las formas- dice un hombre de pelo cano vestido con ropa vaquera- hemos venido a ver que pasa con la sanidad, hemos venido a ver que pasa con el paro. Así que a hablar.

Más movimientos de manos giratorias. Después de esa protesta, se va a leer otra propuesta. La gente se cansa (no se entiende a la chica que habla) Alguien se pone hablar de no llevar símbolos de ningún partido y de ningún sindicato. Se propone el color negro. Hartazgo general. Finalmente, Se da por clausurada la asamblea.

Luego nos encontraremos a un amigo de Cata, director de un grupo de teatro, que nos contará que llevan desde el martes discutiendo los mismos temas, que la gente no se entera, que por eso algunos se han ido. Que en el futuro espera que esto se organice más, que tome forma. Dice que él es muy hippy, pero que su espalda no, que lleva aquí desde el martes y que se va a casa a dormir. Un tipo muy competente, me comenta Cata cuando se marcha, un Aries. Un guapo que no es guapo. Los organizadores a media tarde eran muy visibles. Llevaban su chaleco reflectante y tres de ellos se agrupaban en el puesto de información, y atendían a mucha gente que se acercaba a preguntar. Después de la asamblea, los chalecos desaparecieron, y los organizadores se disolvieron en la masa, disolviendo también cualquier posibilidad de liderazgo.

A las 10, nos vamos a cenar al Tritón, un bar de lugareños. Hemos pasado al lado de los furgones de antidisturbios, dos para una multitud de mil personas. Mientras comemos costillas con chirimichi y una tosca ensalada mixta, Cata habla de los policías, de cómo se encienden, y solo necesitan un acicate para descargar toda su violencia. Le digo que hoy no será así. Hay gente de clase media en la manifestación, padres de familia, y cuando esa gente está involucrada, la policía nunca se mete. Cuando volvemos de la cena, a eso de las 12, los antidisturbios han sido sustituidos por dos furgonetas de la nacional. Desde el otro lado de la plaza, cuatro caimanes, con sus barrigas colgándoles por encima del cinto, hacen una guardia apacible a un centenar de metros de la multitud. Cata y yo nos damos un respiro de la masificación, y nos quedamos observando desde la perspectiva del caimán. Corre una brisa, y en las escaleras donde nos hemos sentado se está muy a gusto. Un agente charla con un periodista local que toma notas en su Macbook. Al parecer, por lo que oímos, eran compañeros en el instituto.

- Ves -le digo a Cata- esto va a ser así.

- Claro -reconoce Cata- no me acordaba de lo pacífico que es este país. Allí en Bogotá las manifestaciones eran algo diferentes. Estaban en clase y oías como explotaba un autobús. Se utilizaban unas bombas caseras de pólvora que explotaban y distribuían los pasquines haciéndolos revolotear a distancias muy grandes. Se hacían grandes sopas, todos las comíamos con nuestra bucama. Te hubiera encantado, Miguel, hubieras sido uno de esos intelectuales que andaban por ahí... Y la policía entraba duro, muy duro.

- ¿Y contra qué protestabais? – pregunto- ¿contra algo concreto?

- ¿Hay algo más concreto que la pobreza de mi país?

A eso de las doce y media me llama mi madre.

- ¿Hijo, qué haces? Estábamos tu padre y yo esperándote para darte tu regalo de cumpleaños, como ya son las doce...

- Estoy en lo del 15M, mamá, en la Plaza de la Constitución.

- Ah, ¿y qué tal?

- Muy bien, muy bien. Es... diferente. No hay pancartas, ni gritos, ni símbolos. A la hora punta, a eso de las 22, había mucha gente de la ciudad, gente de clase media, de mediana edad. Ahora se han ido quedando los universitarios.

- Pero, a ver. ¿Entonces hay quien hay que votar? ¿A quién dicen que tenemos que votar? ¿Qué dicen que tenemos que votar?

- No pueden decirlo, porque si hablan del voto les disuelven. Además, tampoco hay "nadie" que diga nada porque no hay una organización detrás que dé consignas comunes. No hay un "quien" que nos diga nada. Es muy curioso, muy curioso. Las prohibiciones han generado un ambiente diferente al de cualquier manifestación.

- Ya, pero entonces, es una pena que todo esto se acabe el domingo.

- No, mamá, no se acabará el domingo. Yo lo siento así. Nunca en toda mi vida había visto algo así, de verdad.

Pasan las horas y la gente ha ido abandonando la plaza, aunque aún quedan unas trescientas personas, que ya dan síntomas de agotamiento y se acomodan como pueden en el granito, apoyados en las piedras de las fachadas. A mí lado, un chico habla con una chica japonesa, exponiéndole con claridad su situación. .

- Trabajo para una empresa sin convenio- se lamenta- paso 12 horas en la carretera, pero no puedo cambiar mis condiciones laborales por la amenaza de despido. Yo sé que sería feliz vendiendo pulseras en una playa y comiendo bocatas de mortadela. Voy con corbata y dicen que debo representar los valores de la empresa, pero no me siento capaz de hacer eso. Mañana me mandan de viaje a vigilar a los inspectores, a hacer de policía. Luego me vengo aquí, pero tengo que ir a trabajar muy pronto, y estoy cansado. Pero bueno, somos jóvenes, hay que sacar fuerzas de donde sea. Hay cosas peores. He venido porque estaba indignado, y ahora estoy más indignado todavía. Sería muy bonito que por primera vez tuviéramos una democracia, porque hasta ahora no la hemos tenido. Los políticos solo representan sus propios intereses.

La chica que le acompaña le dice que se tiene que ir. Él dice que también se irá, con todo el dolor de su corazón. Ella le frota la espalda y le da ánimo con voz dulce.

- Hay días que conduzco dormido- murmura él, ya para sí mismo- mientras no beba....

El mundo se ha callado repentinamente, se levanta y observa. Suena la música pachanguera de la discoteca vacía que hay en una esquina. Los seguratas nos miran con curiosidad. Un grupo de borrachos grita en la lejanía "¡ZP dimisión!". Un tío recorre la plaza desnudo y con una gran sonrisa, levantado aplausos. Sin embargo, el ambiente cada vez es más somnoliento. Nadie bebe. De vez en cuando, se manda callar a la multitud, para respetar a los vecinos. Las horas de granito comienzan a pesar en los ánimos, y a las 3, la plaza se ha vaciado. Empieza a correr un viento frío. Se han sacado los cartones y la poca gente que queda se organiza en torno a mantas compartidas. Duermen en el suelo con lo que llevan puesto. No hay carpas, ni tiendas, ni sacos de dormir, ni esterillas. Se han dejado caer al suelo y pasarán la noche al raso, como en tantas otras madrugadas, solo que sin alcohol y drogas de por medio.

Cuando ya me voy a casa me encuentro a Álex, que fuma con sus colegas en la puerta de una discoteca. Siendo viernes y en una ciudad de fiestones como esta, pensé que la interacción entre el mundo de la fiesta y el mundo de la manifestación sería mucho mayor: de hecho, estaba esperando ese momento de encuentro entre el único mundo que congregó a los jóvenes por más de una década, y nuestra pequeña revolución. Sin embargo, no ha existido. Los dos mundos han permanecido completamente al margen el uno del otro. Los que quisieron salir de fiesta, siguieron de fiesta.

- ¡Que pasa Álex, cómo no estás en la revolución!- le grito.

- ¡Qué pasa Miki, feliz cumpleaños, tío!

- Coño, cómo te has enterao...

- He venido con el Quique en el coche, y me lo ha dicho. ¿Que venís, de la manifa?

- Sí, ha estado muy bien, muy bien.

- Ya, si el Quique se quería quedar hoy en Madrid, que decía que con tanta peña en Sol, esta noche iba a haber en Madrid una fiesta de la hostia...

21 de mayo. Es la hora de comer. Le digo a mi novia que la tengo que dejar. Me ha llamado desde Pekín para felicitarme por mi cumpleaños y le he contado todo lo que estaba pasando. La he notado triste por no estar aquí para vivirlo, y más triste por no estar el día de mi cumpleaños. Estuvo pensando en volver a España, pero allí tiene un buen trabajo, y tal y como están las cosas, hemos decidido que será mejor que me vaya yo a Pekín, a probar suerte.

Justo después llama mi abuela.

- ¿Hola cariño, qué tal estás?

- Muy bien, abuela. Ayer estuve en la manifestación.

- ¿Cómo los de Sol? Uy, pues aquí se les quiere mucho. Les llevan comida y todo.

- Sí, aquí también nos quieren mucho.

- Y son muy limpios, y muy ordenados. Esta mañana estaban barriendo y todo.

- Sí, abuela, es muy bonito.

- Bueno, hijo, a ver si conseguís algo, que no creo, pero bueno.

- Bueno abuela...

- Bueno, hijo, felicidades, que estás en lo mejor de la vida...

Mi madre ha hecho una receta especial del cumpleaños: musaka. Son las 14.50, hora oficial de la comida en mi casa. Veo Corazón Corazón mientras espero la apertura del telediario de la 1. Mi padre no hay podido venir, está de guardia.

- Anda, baja eso, que me aturulla -dice mi madre.

- Espera, que va empezar el telediario.

En mi casa vemos siempre el telediario de la 1, excepto cuando gobernaba el PP, que veíamos el de Telecinco. En tiempos de paz, ver el telediario de la 1 es de vital importancia para mí.

- ¿Qué te ha contado la abuela?- me pregunta mi madre.

- Nada, hemos estado hablando de la manifestación

- Tu hermana me ha dicho que mañana va a acompañarla a votar. Mira que mi madre es del PSOE de toda la vida, pero con esto de la manifestación está un poco... descolocada.

La presentadora de TVE1 abre con semblante serio, informando del rechazo del Constitucional, y la decisión de Rubalcaba de no disolver las manifestaciones, y dejando claro que somos ilegales pero que Interior nos consiente. Después, se conecta con Sol, donde una sonriente reportera introduce un picadillo de imágenes y declaraciones donde se omite cualquier mensaje de índole política, dejando solo las declaraciones que hablan de la buena organización, gestión y voluntad de organizarse en el futuro. Se recalca, en varias ocasiones, la palabra festivo para referirse al día de hoy, y la idea de que se han programado muchas actividades (sale gente disfrazada, con la cara pintada y colorines). Se palpan las dificultades y el peligro informativo que late por debajo; la lógica tendencia a apoyar al gobierno de turno, la necesidad de cumplir la ley, y la necesidad de informar y la necesidad de no despegarse demasiado del movimiento, no dejar de representarlo, pero, eso sí, desarbolándolo de contenido político en la jornada de reflexión, y adoptando un tono de España Directo, como si se estuviera retransmitiendo una fiesta patronal.

Cuando acabamos la musaka, mi madre, por sorpresa, saca una tarta de la nevera.

- Feliz cumpleaños, hijo.

- ¡Gracias mamá!

- Vamos a poner una vela por cada década, que si no destrozamos la tarta.

Soplo tres velas rojas semi derretidas de algún cumpleaños anterior. Mi madre y yo cantamos como dos niños pequeños, ante la mirada estupefacta de mi perro.

Trabajo toda la tarde. Mi idea es pasarme por la noche por la manifestación, pero me llaman mis amigos, que han venido ex profeso a la ciudad para celebrar mi cumpleaños y me dicen que ya están tomando copas en una terraza cercana a la plaza de la Constitución, así que voy para allá . Luego una visita a la Juani, otra al Mercadona, y de ahí a casa de mi amigo Caño. Esta noche mis amigos tienen una actuación gloriosa. Yo, que no puedo beber por motivos de salud, me lleno de felicidad ante su heroica forma de trincar chupitos hasta las 8 de la mañana. Soy feliz de tenerlos a ellos y ellos son felices de tenerse entre sí. A eso de las 9 acerco a Quique y a Richi a su casa. Quique recibe un mensaje del Nacho: se ha olvidado la cartera. Y necesita el carnet para ir a votar mañana. Le va a tocar mañana subir a buscarlo. De camino, vemos de pasada el campamento de la Plaza de la Constitución.

- Tío, vente mañana a Madrid conmigo- dice Quique- lo de Sol eso sí que es histórico. Te quedas en mi casa el tiempo que quieras.

- No sé, tío. Creo que me interesa más quedarme aquí. Aquí son cuatro gatos, en Madrid hay miles de personas.

- Sí, pero allí es historia.

- No, creo que me quedaré por aquí. Gracias, Quique.

22 de Mayo. Duermo tres horas, y me levanto para celebrar mi cumpleaños con mi padre, comiendo en el Izurpi. Nos gastamos 100 euros en cocina de diseño con toques locales, sin demasiada queja, aunque yo encuentro mi Carpaccio con pisto y setas ligeramente salado. Como no puedo beber, mis padres se pimplan toda la botella de vino blanco.

- ¿A quién vais a votar?

Mi padre nos lo dice a condición de que le guardemos el secreto. Mi madre votará a Los verdes en mi pueblo, y sobre las autonómicas nada en un mar de confusión, pero seguro que no va a votar al PSOE.

- Creo que es la primera vez que vamos a votar tan bebidos- confiesa mi madre, de camino al colegio electoral.

Una vez allí, ellos se van por su lado, yo por el mío. Pero cuando llego a la mesa de las papeletas, no encuentro la de Los Verdes por ningún lado.

- Este año no hicieron coalición con Izquierda Unida- me aclaran en la mesa.

¡No jodas! Miro los nombres de las listas de Izquierda Unida. No conozco a ni Dios. Apoyo los brazos en la mesa. Nunca antes había sentido tanta confusión a la hora de votar. Y la cosa no mejora cuando paso a las autonómicas. Encuentro una papeleta que pone "Ciudadanos en blanco", la meto en el sobre y de ahí a la urna. No conozco a nadie de sus listas, pero, sin duda, "ciudadanos en blanco" es el partido cuyo nombre concuerda mejor con mi estado mental en estos momentos. Me guardo las dos papeletas en el bolsillo para averiguar más tarde a quién cojones he votado. Después de la siesta, meto un saco y una esterilla en el maletero del coche y me voy a la plaza de La Constitución. Quiero estar allí cuando comiencen a salir los sondeos.

Cuando salgo de casa comienza una llovizna, y suenan los truenos de una tormenta. En la plaza, la asamblea se desarrollará bajo paraguas y plásticos. Sin embargo, ya hay un equipo de sonido bien instalado que permite a la gente hablar y ser escuchada con claridad., Los contornos se van limando de personas que abandonan bajo la lluvia, depurando el núcleo.

Me encuentro a mi amigo Javi, de unos 38 años, al que conozco desde que era un niño, y hace años vive en la zona de Pirineos, tiene un hijo, y está pasando unos meses en Salamanca. Le pregunto qué tal y con su tono tranquilo me dice que aquí no hay cultura de asamblea, que es como una cinta de Moebius, en la que se gira una y otra vez sobre los mismos temas. En el micro se va sucediendo gente joven. Javi conoce a muchos porque ha sido una persona muy activa en asociaciones de la ciudad, y es cierto que, conforme transcurre la asamblea, siento que la pluralidad ciudadana del viernes se ha ido disolviendo con el tiempo y las inclemencias del clima, y hoy se siente más la presencia de grupos y organizaciones ya establecidas antes del inicio del movimiento, con los cuales ya tengo una afinidad o un rechazo preestablecido. Algunos oradores hablan del excesivo colaboracionismo de la movilización con la policía. Como me explicarán más tarde, la médula de la distensión se debe a que ayer quisieron colocar la fotografía de un detenido en Sol, y finalmente se evitó hacerlo, siguiendo con la política de no confrontación. La decisión ha dado lugar a que algunos participantes recalquen que la policía es violenta. "No son Heidi", dice Vero, una argentina que ahora porta el peto de los organizadores. Decido intervenir. El público me observa bajo los paraguas. "Tenemos que ser una unidad y actuar como uno contra la violencia policial. Tenemos que estar siempre vigilantes, y apoyar a nuestros compañeros. Pero igual que a nosotros no nos gustan que nos juzguen en masa, tampoco podemos juzgar a la policía por naturaleza. Esos policías tienen nombres y apellidos. Hay gente en esta plaza que ha hecho un gran trabajo trabajando con la policía, y desde aquí quiero felicitarlos. Demonizar a la policía me parece reaccionario". Algún aplauso aislado, silencio. Me retiro y otros ponentes siguen. En la esquina, el director de teatro que conocimos el otro día permanece apartado junto a otra chica, sin participar en las votaciones, con su ordenador portátil. Nos acercamos, ¿Qué tal vamos?

- El PP arrasa -nos dice- mira en el mapa. Los puntos azules son los del PP. Han salido más votos en algunos grupos minoritarios, pero como han sido votos limados al PSOE, no suman.

Nos enseña un mapa que se ve poblado de puntos azules de diferentes tamaños, que salen como hongos en todas las provincias y autonomías, con algún punto rojo perdido en la marea azul. Siento un bajón inmediato y me invade una sensación de culpabilidad. Joder, ¿por qué me siento culpable? Miro a mi alrededor. La lluvia cae con fuerza, mermando más a un grupo que no pasa de las 100 personas, todos jóvenes y de un perfil similar. El director de teatro mantiene esa distancia, pero permanece en la plaza, en el suelo. Su portátil tiene algunas gotas de lluvia. Entonces me doy cuenta de que en la asamblea no se ha hecho una sola alusión a las elecciones. Nadie ha dado una sola noticia sobre lo que está pasando por megafonía, y nadie la dará... Justo al otro lado de la plaza, frente a nosotros, la policía ha despejado un tramo de la Gran Vía para que aparquen los camiones que traen las papeletas de los municipios para su recuento, pero algunos están tan desinformados que creen que el aumento policial se debe a que van a cargar de un momento a otro. Ya no estoy alegre, solo serio.

La lluvia no deja de caer, y la asamblea avanza con rapidez. Se habla de un programa de 16 puntos propuesto por Madrid. Se aprueban y se presentan otros puntos con fluidez y sin confusión. En las votaciones hay una unanimidad que contrasta con la falta de organización y la disparidad de discursos que se escuchan, lo cual me hace pensar que hay sensatez en el voto, aunque con las palabras y las formas estemos muy lejos de acertar. Javi y yo nos hemos refugiado bajo un soportal desde el que seguimos la resolución, donde hay dos chicas que han venido cada una por su lado, y que aplauden mucho cuando alguien habla de adelantar las asambleas para que puedan acudir los trabajadores. Lo que sí siento es que ya se configuran dos facciones principales en la plaza. Una más cívica, y conservadora en el sentido estratégico, y otra más reivindicativa, que exige más acción callejera, y no tanta colaboración con la policía. Vuelvo a mirar chico del portátil. ¿A qué distancia mantenerse de todo esto? ¿Quién soy yo aquí? ¿Cuál es mi cometido? ¿Qué papel debo adoptar?

Termina la asamblea, y me despido de Javi. Luego me acerco a la carpa, que no he visto por dentro, con la idea de ofrecerme para ayudar en logística (se pidieron voluntarios), y preguntarles si falta gente para dormir allí, pero cuando entro en el espacio, muy reducido, me encuentro que casi todo está ocupado por objetos en desorden, y que el único lugar acondicionado es una mesa con tres ordenadores. Hay personas tiradas en un sofá, y gente hablando en el poco espacio que resta a ese caos, pero soy incapaz de reconocer a nadie que haya visto formando parte de la organización, ya que los petos han desaparecido, y no hay nada a una un punto de información. Me vuelvo a mi casa, sin decir nada.

En Internet, observo la portada de El País, y siento una clara sensación de derrota. Recaigo en la foto del presidente al que yo voté alguna vez, atrapado en un gesto de apuro. Juraría que se ha se girado, y ahora me dice, con gravedad:

- Es razonable pensar que el PSOE recibiese hoy un castigo en las urnas, lo asumimos y lo entendemos. Muchos españoles padecen graves dificultades y temen por su trabajo y su bienestar futuro, y muchos jóvenes contemplan ese futuro con inquietud. Sin duda tú también has expresado tu malestar en las urnas.

- No lo dudes, José Luis- respondo a su foto- pero también me siento parte de tu derrota.

Y es verdad, tengo la sensación de que yo también he perdido estas elecciones. Al día siguiente algunos amigos como María Maza (Aragón) o Bernardo Ciudad (Extremadura) se mostrarán más optimistas, pero yo seré incapaz. Quizás, la única lectura que me importe de estos días se tardará décadas en sintetizar, y pertenecerá a la Historia. De momento, no me interesan las conclusiones. No quiero pensar demasiado A mí me interesa esa carpa precaria llena de colchones y gente extraña, puesta en el corazón de mi ciudad, que moja la lluvia mientras termino este texto. Esa carpa, y las personas que le dan aliento, los que ya concilian el sueño dentro de ella. Esa carpa y lo que pasará con ella a partir de mañana.

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Iré actualizando esta entrada poco a poco.

Saludos y gracias.

Luna.

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