Luna Miguel

Juego de Votos

Mis amigos han conseguido que me enganche a Game of Thrones. Iba a decir que me gustaría que el mundo fuera como en esa ficción (quién no quiere ser un enano rico, una reina que soporta a su marido infame, una prostituta que soporta al infame del marido de la reina, un escudero fiel, o un Guardián de la Noche dispuesto a que le corten la cabeza bestias extrañas...), pero luego lo he pensado mejor y resulta que el mundo, o al menos el mundo político en España, no es tan distinto como parece. El rollo medieval lo veo claro: el machismo, la sumisión a un dios, la suciedad por todas partes, los reyes/políticos y sus consejeros (los que más miedo dan, sí, aquellos que mueven los hilos por detrás) gordos y corruptos, con sus chanchus de dinero, esas monedas gruesas de oro que bien podrían sustituir al Mortal Euro; es tiempo de intercambiar gallinas, o bien "reformulemos los mercados, no vaya a ser que nos quedemos sin caballos". Y así, como en Juego de Tronos, los reyes se vuelven locos: la locura de quien siempre, siempre, siempre tiene lo que quiere menos la simpatía del pueblo, o, en este caso, los Preciados Votos de Noviembre.

¿Piensa el zombi político Zapatero más en su futuro personal que en ninguna otra cosa, y desde luego más que en el futuro político de su partido?, se preguntan Antoni Domènech y Gustavo Búster en un interesante artículo de la revista Sin Permiso. Porque, efectivamente, aunque en Juego de Tronos pretendan asustarnos con los Caminantes Blancos que acechan al otro lado del Muro, los que más asustan son los Caminantes Zombis que nos gobiernan, que nos quieren gobernar... y en su hipocresía nos hunden poco a poco en el fango.

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