Malas hierbas

Violencia machista: No dejarlo pasar

Por Juantxo López de Uralde.

Los datos el último mes de enero son estremecedores: cada 3 días una mujer es asesinada en España por la violencia machista. Ese es el balance que ha dejado un mes especialmente duro: el número de muertes cuadriplicó al del año 2015. Pero más allá de las cifras detrás de cada caso hay una auténtica tragedia imposible de tolerar; el último crimen de Vitoria/Gasteiz, sin ir más lejos, ha sido de una violencia inusitada.

Sin embargo, y a pesar de lo terrible de los datos, las noticias en los medios de comunicación le han dedicado un espacio proporcionalmente muy pequeño.  Comparado con la magnitud de la tragedia que no para de aumentar,  las políticas públicas parecen incapaces de aportar una verdadera solución. Porque la violencia machista es una cuestión que nos afecta a todas y todos, desde la ciudadanía a las instituciones, y en la que todas, y especialmente todos, tenemos que tomar partido.

En estos momentos de convulsión política, la magnitud de este drama debería ser el catalizador de un gran pacto de estado que priorizase la lucha contra la violencia machista.

Por si fuera poco, en medio de este drama de apariencia imparable, aparecen unos siniestros colectivos convocando "quedadas ultramachistas" para este fin de semana, aunque parece que la respuesta ciudadana ha conseguido frenarlas. Como si no fuera la situación por sí misma lo suficientemente grave, encima tenemos que aguantar este tipo de provocaciones que desde luego representan a una minoría.

Ante estas expresiones de violencia machista, tenemos una responsabilidad. Tenemos la responsabilidad de no mirar hacia otro lado, de no pasar de puntillas, de implicarnos, de decir en voz alta que rechazamos cualquier tipo de violencia contra las mujeres. Estoy convencido, además, que sólo podremos erradicarla cuando en esta lucha haya una mayor implicación masculina: mirar para otro lado no es una opción.

Sin duda nosotros tenemos mucho camino que recorrer y que aún manifestamos y toleramos, casi sin darnos cuenta, micromachismos que una educación y cultura de otra época nos inculcaron. Por supuesto escandalizan aún más ciertos comentarios y declaraciones cuando vienen de personas con proyección pública. Todos tenemos algunos en la cabeza, y desalienta pensar que los autores de algunos de ellos consiguen, a pesar de todo (o quizás "gracias a"?) buenos resultados electorales.

Por eso es importante que nos involucremos, que no lo dejemos pasar. Desde nosotros mismos, desde nuestras experiencias del día a día y nuestras reflexiones, podemos hacer aflorar la desigualdad de género que existe en la sociedad y poder así superarla. Somos parte del problema y debemos involucrarnos en su solución.

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