Expedición Malaspina

Vaya diita

Vaya diitaJUAN IGNACIO GONZÁLEZ-GORDILLO

4:50 de la mañana. Hemos dejado atrás el paralelo de 10º N. Noche calurosa con una fuerte brisa caldeada que recorre los pasillos de la cubierta de laboratorios, a pesar de que hay avisos por todos lados de dejar las puertas cerradas por estar conectado el aire acondicionado.

Un pequeño equipo de cinco científicos nos preparamos para hacer la primera maniobra del día: sumergir una roseta oceanográfica de media tonelada de peso para tomar muestras profundas y medir distintas variables físico-químicas de la columna de agua. No hablamos entre nosotros porque todavía no conseguimos separar los labios, casi tampoco los ojos. Es muy temprano. Nos aseguramos los cascos y vestimos los arneses de seguridad, los hay de dos tallas pero uno de nosotros no consigue diferenciarlos y se pone el pequeño. El pernil del pantalón se le sube hasta las axilas. Uff, que dolor. Éste se despierta.
Comienza la maniobra. Tropecientos mil euros que son bajados hasta 4000m de profundidad controlados por un cable. Es la línea de vida del equipo. La única posible.

5:30 de la mañana. El equipo oceanográfico sigue bajando. Dos de los nuestros no apartan la mirada, muy a su pesar, de tres monitores que le avisan de cualquier imprevisto. Los demás siguen sin hablar, escuchando "yo quiero tener un millón de amigos" e intentando separar sus labios con un café densito.

6:30 de la mañana. La roseta sigue bajando.

7:00 de la mañana. Salta la voz de alarma entre nosotros. Todos a una saltamos de nuestras sillas y subimos a toda velocidad las escalas que nos llevan a la cubierta de nuestros camarotes. Los cinco comenzamos abrir puertas casi sin pensar, angustiados por la temible calamidad.... ¡la roseta se ha caído, necesitamos ayuda para recuperarla y tirar del cable.... rápido, baja!.

La respuesta es inmediata. Un ejército de científicos somnolientos, legaña en ojo, corre despavorido hacia la todilla.

En escasos minutos se reúnen con nosotros en la banda de estribor, local de la roseta. Allí estamos los cinco asomados por la banda intentando recuperar la roseta con una caña de pescar provista de una potera. El resto de los compañeros observan perplejos, mientras uno de nosotros pregunta con voz socarrona, oye... ¿hoy no es 28 de diciembre?

Estamos en el trópico, en el laboratorio suena No woman no cry, de Bob Marley.

Juan Ignacio González-Gordillo es Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Sevilla y Doctorado en Ciencias del Mar y Ambientales, Universidad de Cádiz.

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