Expedición Malaspina

Navegando hacia el este

FIDEL ECHEVARRÍA

La expedición Malaspina-2010 ha puesto en Río de Janeiro rumbo Este, y mantendremos este rumbo hasta finalizar la circunnavegación en Cartagena el próximo mes de Julio. Con la latitud seremos más cambiantes, viajando a veces hacia el Sur, como en este segundo tramo, y otras hacia el Norte, especialmente cuando subamos el Pacífico desde Nueva Zelanda hasta Hawai, pero siempre mantendremos una componente de avance hacia el Este. Cada mañana veremos salir el sol desde la proa del Hespérides, y los hermosos atardeceres habrá que ir a verlos a la toldilla de popa.

En esta segunda etapa de la expedición cruzamos el Atlántico Sur en aguas cercanas a los trópicos, y estamos comprobando algo que es común a todas las cuencas oceánicas a estas latitudes, aguas azules más pobres y más transparentes en la zona occidental y central del océano, y aguas más verdosas, más productivas y más turbias hacia el Este.  Quizás estamos más acostumbrados a los cambios del océano a distintas latitudes, desde los hielos polares hasta aguas muy cálidas en los trópicos, y no parecen tan intuitivos los cambios a la misma latitud, que las aguas al Este y al Oeste sean tan diferentes.

La razón de esta diferencia hay que encontrarla en los patrones globales de circulación marina, que en estas bajas latitudes se podrían resumir en un transporte de agua desde el Este hacia el Oeste, desde las costas de África hacia América en el caso del océano Atlántico. Este transporte de agua es consecuencia de los vientos dominantes a estas latitudes, los vientos alisios, que a su vez son consecuencia de la distinta radiación solar que llega a distintas zonas del planeta y del sentido de rotación de la Tierra. En todo caso, la realidad es que aguas superficiales se retiran de la costa en África empujadas por estos vientos y se amontonan hacia la zona occidental. La presencia del continente americano impide a estas corrientes progresar más allá y toda esta agua termina alimentando el enorme giro anticiclónico característico de los sectores occidentales y centrales del océano tropical. El giro del Atlántico Sur es el que estamos atravesando en estos momentos a bordo del buque Hespérides. Como se trata de una acumulación de aguas superficiales vamos a encontrar menos nutrientes minerales, los pequeños vegetales del plancton tienen menos abono para crecer y toda la productividad biológica decrece. La consecuencia son aguas más transparentes, más azules y en la que conseguimos menos biomasa cuando recogemos agua con botellas o filtramos el agua con redes. Estamos en uno de los principales desiertos del océano.

Si estamos empujando agua superficial desde África hacia América, el océano cercano a la costa africana tendrá un déficit de agua, déficit que se compensa con ascenso de aguas más profundas, normalmente ricas en nutrientes. Este proceso abona estas franjas orientales de las grandes cuencas oceánicas provocando lo que los oceanógrafos llamamos afloramientos de borde oriental, y que en el caso del Atlántico Sur es el afloramiento de Benguela, en las costas de Namibia y Suráfrica. Por cierto, en el Atlántico Norte es el afloramiento del Sahara, que afecta a la costa norteafricana hasta Galicia, y en el Pacífico Norte y Sur son los afloramientos de California y Perú-Chile, respectivamente. Estos sistemas de afloramiento son zonas de muy alta producción biológica y en los que se encuentran valores mucho más altos de abundancia de organismos de todos los niveles tróficos, de hecho en estos afloramientos se dan cita algunos de los caladeros de pesca más productivos del planeta.

En definitiva, una fabulosa máquina planetaria empuja el agua hacia el Oeste para hacerlo más pobre y ayuda al ascenso de aguas profundas fertilizadoras en el Este. Es el mismo proceso el que nos explica esta asimetría en las características del océano de baja latitud según estemos a un lado u otro. Nosotros en esta segunda etapa de la campaña Malaspina-2010 vamos a atravesar este gradiente, ahora estamos en medio del enorme giro anticiclónico de aguas pobres (oligotróficas decimos en nuestra jerga), y esperamos llegar a aguas mucho más ricas en los últimos días de nuestra etapa antes de arribar a Ciudad del Cabo dentro de dos semanas. Los enormes cambios en la estructura del ecosistema a lo largo de este gradiente serán parte del trabajo a desarrollar por los equipos de investigación que participamos en el proyecto Malaspina 2010 y en esta campaña oceanográfica.

Hay otra consecuencia de esta navegación hacia el Este. Como viajamos hacia la salida del sol, cada día nos amanece un poco antes. Vamos avanzando hacia husos horarios menores, y tenemos que ir adaptándonos a estos cambios. En nuestra campaña de circunnavegación terminaremos ganando un día al calendario, como hiciera Philleas Fogg en la famosa novela de Julio Verne. Pero ese día ganado lo hemos ido perdiendo progresivamente a medida que avanzamos hacia el Este. Desde que salimos de Río de Janeiro ya hemos perdido una hora, y aún nos quedan dos horas de reajuste antes de llegar a Ciudad del Cabo. Partimos con tres horas de diferencia con España y llegaremos con la misma hora peninsular española. Cosas que pasan por navegar hacia el Este.

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