Expedición Malaspina

Pequeñas grandes sorpresas

Fran Rodríguez, investigador del IEO

FRAN RODÍGUEZ

Después de una semana en el Hespérides, es buen momento para hacer un resumen de las experiencias vividas en los últimos días durante nuestro viaje por el Pacífico, que nos llevará desde Honolulú a Panamá. En estos primeros días hemos cruzado aguas tropicales en el extremo sureste del giro subtropical del Pacífico norte. Son aguas transparentes de un azul intenso debido a la poca abundancia de plancton, y pobres en nutrientes a causa de la estabilidad en la capa superficial del océano, que dificulta la entrada de nutrientes desde capas más profundas. De este modo, tenemos mucha luz en superficie, pero difícilmente puede ser aprovechada para la fotosíntesis debido a la escasez de nutrientes. En este ambiente tan hostil proliferan alegremente las algas unicelulares de menor tamaño (<3 µm), también llamadas fitoplancton. Este es el reino de las cianobacterias fotosintéticas, los primeros organismos fotosintéticos que poblaron nuestro planeta y permitieron en gran medida la existencia de una atmósfera rica en oxígeno para el desarrollo de la vida tal y como la conocemos.

En concreto, esta región oceánica está dominada por una cianobacteria llamada Prochlorococcus, que es con toda probabilidad el ser vivo fotosintético más abundante del planeta. Así lo demuestran los datos obtenidos en las primeras estaciones desde nuestra salida de Honolulú por el investigador del CSIC Luis Lubián mediante citometría de flujo. Sorprendentemente, la existencia de Prochlorococcus se desconocía hasta el año 1988, año en que esta técnica, la citometría, permitió detectar por primera vez su presencia, confirmada luego en todos los océanos desde latitudes ecuatoriales hasta los 40º en ambos hemisferios.

Pequeñas grandes sorpresas

En mucha menor abundancia siguen apareciendo grandes células de los grupos dominantes en zonas costeras, como las diatomeas y los dinoflagelados. Pero no hablamos de las mismas especies, se trata de otros habitantes de zonas tropicales oceánicas, que también han desarrollado adaptaciones tanto morfológicas como fisiológicas a este medio marino más exigente.

En este post comentaré el caso particular de un dinoflagelado denominado Ornithocercus, cuya presencia es general en aguas tropicales y subtropicales de nuestros océanos. Es un organismo mixótrofo, es decir, en términos coloquiales, es mitad animal, mitad planta, aunque pertenece al grupo de las Dinophysiales, donde existen numerosos "parientes" tanto fotosintéticos como heterótrofos. Pues bien, Ornithocercus ha desarrollado la capacidad de adquirir cianobacterias del medio marino y mantenerlas como ectosimbiontes, es decir, están asociadas pero de forma externa, dispuestas en una estructura en forma de corona sobre las células de Ornithocercus. Esto lo podemos ver en una imagen de fluorescencia comparada con la imagen en luz blanca de Ornithocercus, que muestra la luz rojiza de la clorofila contenida en dichas cianobacterias. Ornithocercus "cultiva" así sus propias algas, aprovechando las ventajas que ya hemos comentado de estos diminutos seres fotosintéticos en el océano abierto. A su vez, es de esperar que las cianobacterias obtengan alguna clase de beneficio, ya sea en forma de materia orgánica producida por el propio Ornithocercus, o alguna protección frente a depredadores, etc.

Quién sabe, tal vez algún día podremos cultivar Ornithocercus y sus pequeños acompañantes en el laboratorio. Será entonces cuando nos sea posible avanzar en el conocimiento acerca de su relación mutualista. Hasta que llegue ese día, nos podemos seguir contentando, que no es poco, con disfrutar de su magnífica estampa en nuestras muestras. Nos esperan muchas más sorpresas todavía, eso seguro, hasta nuestro desembarco en Cartagena de Indias. Os mando saludos desde el Hespérides, a 18º 35’ 28’’ N y 135º 55’ 16’’ W.

Fran Rodríguez es Investigador del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO)

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