En la maleta de Zapatero

Barceló, la demagogia y la pésima comunicación

La polémica que ha montado el PP con la grandiosa cúpula creada por el genio Miquel Barceló para la Sala de Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones en la sede europea de la ONU, en Ginebra, constituiría un absurdo irrisorio si no fuera por la cruel demagogia empleada hoy para su portada por uno de los medios semi-afines a los conservadores. Y digo "semi" porque a Rajoy no lo tragan.

La obra de arte de Barceló, en todo su esplendor con la inauguración de ayer, es contrapuesta a una foto de un bebé agonizando en Congo por falta de medios. Repugnante utilización de la sensibilidad humana para que ésta dé la razón a una oposición que miente descaradamente al decir que se empleó parte del dinero de la lucha contra el hambre para pagar la rehabilitación de la antigua Sala XX del Palacio de la ONU, obra de nuestro artista incluida.

Poco más quiero decir sobre los argumentos de peso que hacen que el PP y sus delirantes acusaciones al Gobierno por insolidario se caigan como un castillo de naipes, pues basta con leer el reportaje de mi compañero Juanma Romero, hoy, en la edición de Público, para concluir que Gonzalo Robles y su partido han perdido el norte, como aventura Álvarez Cascos.

Sí quiero, sin embargo, echar en cara al Gobierno en general y al Ministerio de Asuntos Exteriores en particular su falta de previsión, preparación y paupérrima -o nula- estrategia de comunicación para hacer público un acontecimiento que debería llenarnos de orgullo a todos los españoles.

Me recuerda, salvando las distancias, a aquella ocasión en que, estando yo aún en el Ministerio de Defensa, la subida de sueldos a los militares, siendo una noticia positiva por lógica aplastante se convirtió, de repente, en algo negativo que fue usado por la oposición como herramienta de desgaste.

Señor Moratinos: ni Barceló, ni los ciudadanos que admiramos su obra y la internacionalización de la misma, ni los amantes del arte, de los derechos humanos, de la solidaridad y de la paz se merecen que su Departamento les oculte un gasto justificado desde el principio, como si tuviera algo de lo que avergonzarse. Resultado, DEBILIDAD NÚM. 1 aprovechada por el PP.

Señor Moratinos: si una ley no funciona, se cambia; si la denominación de unas partidas da lugar a confusión, lo mismo. Los Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD), con tal nombre, han sido interpretados por el común de los mortales como donaciones sin vuelta para los países más necesitados y no es así. Lo explica perfectamente su secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez, hoy en Público. Pero hemos tenido que enterarnos ahora, cuando el daño ya está hecho, de que esos fondos también incluyen donaciones a organizaciones internacionales como es la número uno, Naciones Unidas. Resultado, DEBILIDAD NÚM. 2 cogida al vuelo por el PP.

Señor Moratinos: cuando uno presenta un proyecto de la envergadura internacional de la rehabilitación de la Sala XX de la ONU suiza, obra de arte incluida, no se ocupa sólo del del presente y el futuro; del arte y el artista; de valores y sentimientos, que también. Existen unos números que deben ser contrastados con etapas anteriores porque la oposición acecha desde su guarida y la demagogia, cuanto más cruel, sigue siendo un arma atractiva y poderosa ante la opinión pública. Hay instrumentos útiles que se llaman dossieres, que establecen comparaciones, que informan, detallan, se adelantan; que están listos para ser utilizados por quienes van a darnos la noticia, la gran noticia en este caso. Lo que no es comprensible es que uno llame a Exteriores y le digan que no disponen del detalle de gasto de los gobiernos conservadores (1996-2004) en FAD o similar. Es de principiantes, ministro y claro, el resultado es, hoy, la DEBILIDAD NÚM. 3, que coleará unos días, junto a esa enfermiza obsesión suya de creer que los periodistas estamos en su contra y que le lleva a cometer errores tan garrafales como cancelar la rueda de prensa ayer, en Ginebra, junto al genio Barceló.

EL TOLE-TOLE: En el aeropuerto de la capital internacional suiza, de regreso a Madrid, aprovechamos para charlar con un accesible y natural Miquel Barceló. Entre risas, porque el accidente no revistió gravedad, le comentamos que un cámara se había golpeado con una de sus cotizadas estalactitas al querer coger el mejor plano. Y él, sonriendo, nos contestó: "Efectivamente, me encontré un manojo de pelos enganchado en la estalactita tercera de color rojo de la esquina superior derecha". Grande.

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