En la maleta de Zapatero

Las libélulas de Togo, las mejores estrategas de Moncloa

"¡Confesad que preparasteis las averías de los dos aviones para vender la noticia de Togo!". Esto decíamos los periodistas a los responsables de Política Internacional de Moncloa que iban con nosotros cuando el Hércules en el que viajábamos tuvo que regresar al aeropuerto de Lomé (Togo) y realizar un aterrizaje forzoso por un problema en una hélice.  

Ocurría, además, poco tiempo después de que el Falcon  de Zapatero se viera obligado a realizar otro aterrizaje forzoso en la misma pista y a cambiar de aeronave debido a la intromisión de una nube de libélulas en un sensor del aparato. 

Las averías no estaban programadas, evidentemente, pero ni al estratega de Obama le habría salido mejor la jugada: tres periódicos nacionales llevaron a portada el incidente en Togo, la mayoría de las radios abrieron sus informativos, las televisiones sacaron imágenes del Falcon, de su aterrizaje forzoso y de los periodistas hechos un cuadro en su regreso a Madrid (volar en Hércules es una experiencia, pero cuando hay brevedad y mucho abrigo) 

Zapatero se convirtió en el héroe del día y hasta Rajoy nos dio la imagen de la jornada con una breve reconciliación de Estado en el Congreso, cuando se acercó al presidente para comentar el "Yo en Falcon y tú en helicóptero". Ambos políticos rieron y bromearon sobre sus dos percances aéreos y sobre las libélulas traidoras con el jefe del Ejecutivo. Segundos después, volvieron a tirarse piedras a la cabeza desde sus escaños respectivos a cuento de los impuestos-ascensor. 

Mientras tanto, en África se quedaron los togoleses que el martes recibían a Zapatero y la delegación española con sus mejores galas, cantos, bailes y sonrisas. Allí, del otro lado del Mediterráneo, se queda uno de los países más pobres del mundo que dio a nuestro presidente algo muy valioso: el nombre de una ley que abole la pena de muerte, la ley Zapatero. Allí se queda el primer ministro de Togo, que salió corriendo de su casa para ir a ver y llevar unos refrescos a los periodistas españoles al aeropuerto cuando se enteró de la avería del Hércules. 

Probablemente, pocos españoles sabían, hasta el miércoles, dónde estaba Togo. Ahora ya lo sabrán muchos más. Pero no por la ley Zapatero. Tampoco porque en las zonas rurales de Togo, tres de cada cuatro habitantes viven en la pobreza. Ni siquiera porque la explotación sexual de niños en la región es un tema que preocupa a la Comunidad Internacional. Más gente sabe hoy en España dónde se encuentra Togo porque al presidente y a su delegación se les estropearon los aviones unas horas. Y no pasó nada; ésa es la noticia, y la portada.

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