Fuego amigo

Es que trabajamos poco

La Unión Europea está discutiendo estos días una de las recetas para la crisis, la jornada laboral máxima de 65 horas semanales. Para empezar, si es "jornada" (DRAE: "Tiempo de duración del trabajo diario") no puede ser semanal. Es una contradicción en sus términos. Y ya se sabe, empezamos forzando el diccionario y terminamos forzando a los trabajadores (DRAE: Forzar: "Poseer sexualmente a alguien contra su voluntad", o sea, en este caso, follarse al trabajador).

Quieren decir que a partir del año próximo podríamos estar trabajando 13 horas diarias, en lugar de las actuales 8, para que así podamos gozar de más tiempo para fabricar más coches que nadie compra, y más televisores que nadie ve, y construir más casas que nadie puede hipotecar porque nunca tenemos tiempo de hablar con el banco sobre la financiación.

Cierto es que sólo se llegaría a esos extremos de explotación sexual en el caso de que el trabajador lo acordase con el empresario, con lo cual ya no sería una violación (porque hay el eximente de consentimiento) sino directamente un suicidio asistido.

Como receta para la crisis no está mal: 13 horas de trabajo, más otras dos entre desplazamientos nos da un entretenimiento de 15 horas diarias. ¿Cómo invertir las 9 que nos sobran? Como ya hemos tenido bastante sexo con el empresario volvemos a casa sin ganas de hacer niños ni nada que se parezca. Tampoco podremos jugar con los niños que habíamos hecho cuando trabajábamos 40 horas semanales, y apenas llegaremos justo a tiempo para pagarle el pastón que se lleva la empleada de hogar por haber cuidado de nuestros pequeños... durante 65 horas semanales.

Eso si consigues llegar a casa y no te has caído antes del andamio por haberte quedado dormido de agotamiento. Cuanto más lo pienso, 65 horas semanales me parecen pocas.

Más Noticias