Fuego amigo

Nos hemos divertido como guarros

Pobre de mí. Las fiestas de San Fermín, y con ellas los encierros (y, desgraciadamente, los entierros) han terminado. Sólo queda un año, menos una semana, para las próximas. Un chiste que circula por Internet, y que ayer trajo al blog Luchino (va por ti), lo explica muy gráficamente:

- Mi novio lleva unos días sin cambiarse de ropa, sin ducharse, bebiendo mucho vino, deambulando todo el día por la calle, sin afeitarse, rodeado de basura...
- ¿Se ha convertido en un sin techo ?
- No, se ha ido a los sanfermines.

Ahora, todos duchados y afeitados, con la tasa legal de alcohol en el cuerpo, y cada basura bien separada en los contenedores, dispuestos a defender a los animales contra quienes los maltratan y torturan, Pamplona vuelve a lucir su cara limpia, moderna y civilizada.

Yo los he visto por televisión y parecía que se lo pasaban en grande. Cada día iban dejando un rastro de 43 toneladas de basura que pacientemente iban retirando de parques, jardines y vías públicas los servicios municipales de limpieza. Porque parece ser que no hay nada más divertido que apartar unos botes de cerveza, bolsas de plástico, botellas de cristal y cartones de tetra brick para hacerse un hueco en el césped y echarse una plácida siesta, rendidos al sopor del verano, tomando aliento para la batalla festiva de la noche.

Y es que nos volvemos como niños. Ya nuestras madres nos regañaban, por guarros, al venir del parque, pura carne de lavadora. En la noche de San Juan, los juerguistas dejan también abandonadas en la playa varias toneladas de basura (la sandía es la reina), incluidos excrementos y vomitados.

El día en que descubran la gracia los amantes de la ópera no va a haber dios que limpie el Teatro Real.
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Meditación para hoy, a medias con Proskrito:

El rey de Marruecos, esa monarquía absolutista disfrazada de democracia, envía un avión militar para repatriar el cadáver de Rayán, el bebé de la primera mujer muerta en España por la gripe A, después de un error en su tratamiento. Más vale tarde que nunca. Conocida la enorme preocupación del monarca marroquí por su pueblo, supongo que estará preparando una flota entera para ir recogiendo la estela de cadáveres de sus súbditos embarcados en patera y ahogados frente a las costas españolas. Con el bebé Rayán, Mohamed VI ha aprendido bien la doctrina española de la AVT de Alcaraz: unos muertos son más útiles que otros para la causa y quedan más bonitos en los telediarios. Alá salve al rey.

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