Fuego amigo

La fábula de la rana y el escorpión en su travesía del río Euskadi

El Partido Popular ya ha insinuado que su pacto de gobierno en Euskadi con el PSOE podría peligrar ante lo que ellos califican de acoso por parte del gobierno a sus dirigentes, a nivel nacional.

Muchos advertimos en su momento que aquello era un pacto contra natura, y que algún día no lejano sonarían campanas de divorcio. ¡Qué jodío el niño profeta! La encargada de destrozar el medio ambiente madrileño, la esposa del hombrecillo insufrible, diría en estos casos, como en el asunto de los matrimonios gays: si es que no se pueden casar peras con manzanas. Pero a mí, que soy agricultor de vocación, y que sé que mediante hábiles injertos sí pueden casarse en un mismo árbol peras y manzanas, la historia de ese contubernio democrático en Euskadi, más que un árbol me recuerda el viejo cuento africano de la rana y el escorpión a orillas del río Níger.

Había una rana muy ingenua, dispuesta a pasar a la otra orilla sobre sus espaldas a toda criatura que se lo pidiese. Sabedor de ello, el escorpión le rogó un día que le ayudara a cruzar.
-Imposible –respondió la rana- cuando estemos en mitad del río serás capaz de picarme mortalmente en el cuello.
-¡Qué cosas dices! –replicó el escorpión- ¿No ves que no sé nadar, y si te picara yo también me hundiría y me ahogaría?
La rana, que era del PSOE, se tragó el cuento, porque el razonamiento del escorpión PP se ajustaba a los cánones de la lógica. Ya en mitad del río Euskadi, el escorpión le clavó compulsivamente el aguijón envenenado, tal como se temía la rana.
-¿Pero qué has hecho, desgraciado? ¿No ves que ahora nos ahogaremos los dos?

A lo que el escorpión respondió pesaroso:
-Lo sé. No he podido evitarlo. Es mi naturaleza
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Meditación para hoy:

El espíritu del escorpión en los Estados Unidos está encarnado por el partido republicano. El presidente Obama, en su intento de cumplir el núcleo duro de su programa electoral, continúa adelante con el proyecto de reforma de la sanidad pública para hacerla universal, al estilo europeo. Parece imposible, pero en el siglo XXI, casi el 20% de su población no puede disfrutar de ninguna cobertura sanitaria, por falta de recursos.

Un proverbio etíope dice que los negros pintan al diablo blanco, como respuesta a los religiosos colonizadores blancos que pintaban al diablo negro. Hoy, el partido republicano acota mucho más el retrato robot del diablo, negro, por supuesto: el presidente Barak Obama. Apoyados por las poderosísimas compañías de seguros sanitarios, que ven en peligro parte de su suculento negocio, se han lanzado al cuello presidencial con una campaña feroz de descalificación en todos los medios de comunicación. En ella se alerta de que el plan de Obama es una medida "socialista". Y decir esto en los Estados Unidos es como entrar en el Vaticano gritando que Benedicto XVI es maricón. Aunque puede que exagere.

Socialista y que generará más déficit público. Lo curioso es que los republicanos han desatado una pequeña guerra dialéctica al poner como ejemplo de sanidad pública universal de deficiente funcionamiento la de sus "hermanos" al otro lado del charco, la de la Gran Bretaña. Gordon Brown les ha llamado de todo, menos bonitos del norte, y ha tenido que salir en televisión en defensa de su sistema público sanitario. Y hasta el científico Stephen Hawking, que padece desde hace cuarenta años una enfermedad neurovegetativa, salió en defensa de sus compatriotas británicos: "No estaría aquí hoy si no fuera por el Servicio Nacional de Salud. He recibido un tratamiento de alta calidad sin el que no habría sobrevivido". Claro que los votantes medios del partido republicano, émulos de nuestros TDLC españoles, se preguntarán quién es ese tal Stephen Hawking, y en qué equipo juega.

No sé qué tienen los neocons, como nuestra Esperanza Aguirre, contra la Sanidad pública (a ver cuánto tardan en retirarle el saludo al negro "éste" que en su día habían recibido como "uno de los suyos"). Bueno, miento como un (co)saco. Sí lo sé. Hay tanta pasta pastuqui de por medio como para corromper a los cien mil hijos de san Luis con sus once mil vírgenes. Y donde hay dinero, la derechona no puede evitarlo. Se le dispara el aguijón. Es su naturaleza.

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