Fuego amigo

La demagogia es el arte del halago

La demagogia es, según el Diccionario de la Real Academia, la práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular. Posiblemente estemos hablando del hallazgo más temprano en toda la historia de la oratoria política. El halago no precisa de una depurada técnica, vale cualquiera, tan sólo es necesaria una audiencia suficientemente sensible a la adulación, ya sea por vanidad, ya sea por necesidad o por ambas cosas en feliz conjunción con la estupidez. Sabemos que el halago debilita al que lo recibe y lo asume, porque cae en una red invisible lanzada por el adulador, que lo convierte en vasallo de sus deseos.

Creo que os conté una vez la técnica de un amigo mío que llegó a ser gerente de una gran multinacional. Su arma secreta, y siempre letal, era poner en boca de alguno de los contertulios (al que previamente había analizado detenidamente, como los leones eligen a la distancia a sus presas más débiles) una frase que nunca había pronunciado pero que, de tan genial que era, la víctima jamás desmentía. De esta manera ya contaba en la reunión al menos con un aliado incondicional. Por ejemplo: como una vez dijo Donato Expósito, "al que inventó el alcohol habría que levantarle un monumento, a los tristes los vuelve alegres y a los malos, idiotas". O bien, como dijo un día Antoñito, "la absolución del culpable es la condena del juez". Donato y Antoñito no recuerdan ni por asomo cuándo pronunciaron tales sentencias, pero jamás desmentirán que son merecedores de haberlas dicho. Bueno, a lo mejor Donato y Antoñito no tienen la suficiente dosis de vanidad...

Una frase célebre, de no sé quién, describe muy bien los mecanismos del halago: "el adulador es el que nos dice cara a cara lo que no diría jamás a nuestras espaldas". Ahora ponedle la cara de Mariano Rajoy cuando el pasado 11 de octubre, víspera del desfile de sus queridas Fuerzas Armadas, símbolo y garantía de lo que él entiende como patria, decía delante de un micrófono que él suponía cerrado: "Este domingo tengo el coñazo del desfile... en fin, un plan apasionante". Ese es el tipo de adulador que jamás diría cara a cara a sus generales queridos lo que andaba diciendo a sus espaldas, o sea, que en realidad son un coñazo con sus desfiles y manifestaciones patrioteras. Al día siguiente, por supuesto, se deshizo en halagos al ejército en sus distintas variantes de vivaspañas.

Los demagogos como Aznar creen excesivo que se limite el alcohol en la conducción (un millón de votos), que se limite a 120 la velocidad en autopistas (dos millones de votos), que suban los impuestos (tres millones de votos). Y sus lacayos en la Tierra no podían ser menos. Si se prohíbe fumar en locales públicos, el portavoz del PP en la Asamblea de Madrid, David Pérez, pide a Zapatero que luche contra el paro en vez de "perseguir a fumadores" (cuatro millones de votos), o bien Esperanza Aguirre se hace la remolona para cumplir con la Ley anti tabaco y congraciarse así con los acosados fumadores madrileños. Si José Blanco insinúa que hay que volver a la vieja filosofía del impuesto socialista de que paguemos más los ricos que vosotros los ganapanes mileuristas, el demagogo Javier Arenas Bocanegra (por cierto, lo de Bocanegra es un apellido, ¿verdad?) nos sale con que cualquier subida de impuestos supone una "agresión brutal" contra el empleo. A veces, como en este caso, la adulación a los trabajadores es tan burda que se nota de lejos que a quien quería adular es a los ricos como yo, y no a los desempleados; pero este chico no da más de sí.

Claro que a ellos poco les importa. En realidad se adulan entre sí, y cuando la justicia les tiene acorralados, se hacen la foto juntos para darse ánimos y decirse lo guapos y honrados que son y lo bien que les sientan los trajes y los bolsos de Vuitton de color rojo pasión y la pastuqui que se han levantado con el Palma Arena. Cuanto más arreciaba el asunto de los trajes del milano bonito, más énfasis ponía Mariano en defender a Camps. Porque, siguiendo a Chesterton, la función esencial de la adulación es alabar a las personas por las cualidades que no tienen. ¿Qué no se pagaba sus trajes? Un detalle sin importancia. "Camps es un político honrado, que se encuentra en un estado de indefensión". Y cuando Mariano le arrulla con palabras tan tiernas, al president se le pone una carita tal de felicidad que da apuro contarle la verdad. Yo, desde luego, ni me atrevo.

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