Fuego amigo

Sé de uno que se está jugando el paraíso

Corría el año 1985 (a mi edad todos los años corren que se las pelan) cuando un gobierno socialista despenalizaba el aborto en determinados casos, con gran revuelo en el obispero nacional. Hasta entonces, la pena de cárcel por un aborto podía llegar a los ocho años, lo que generó toda una industria de agencias semiclandestinas de viajes de fin de semana que facilitaban una interrupción con garantías legales y sanitarias en clínicas de Gran Bretaña.

En 1996, cuando el PP llegó al poder por los pelos, decidió no tocar la ley, tal como había amenazado en campaña, para sumar voluntades y no exponerse al voto de castigo de cientos de miles de gestantes que hasta entonces habían utilizado los servicios de las agencias abortivas, sobre todo las niñas de las clases pudientes que se podían pagar un largo fin de semana con acompañante.

Mayor Oreja, católico practicante, entraba en aquel gobierno, nada menos que de ministro del Interior. Y cada viernes se sentaba en el Consejo de ministros con compañeros que se negaban a derogar la despenalización de lo que hoy llama la "aberración del aborto". Y cada domingo acudía a misa, y comulgaba, como el putero que, consciente de su pecado nefando, sabe que la ducha del confesionario le deja el alma como una patena.

¿Por qué en 1996 no alzó su voz de protesta, o dimitió de ministro, cuando en manos de su partido estaba la posibilidad de restituir las penas de cárcel y multa contra los "abortistas aberrantes"?

Ahora, con una década de retraso, carcomida su alma por el sentimiento de culpa, se apunta a la próxima concentración contra el aborto, mientras su sucesor en aquel Consejo de ministros, Mariano Rajoy, escurre el bulto, en un vano intento de recuperar los votos que el meapilas de su compañero dilapida.

A eso se le llama división del trabajo, aunque alguno que yo me sé se está jugando el paraíso.

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Meditación para hoy:

Estos días no se habla de otra cosa que de la falta de sintonía entre los barones socialistas sobre la gestión de la crisis económica llevada a cabo por Rodríguez Zapatero. Ayer, Rodríguez Ibarra, el ex presidente ex tremeño (¡ay va, qué bonito!) daba una nueva versión del efecto llamada que tan provechosamente utilizó en su día el PP. Al parecer, no son sólo los inmigrantes ilegales los que vienen a comer la sopa boba de los españoles y a robarles el trabajo: son los turistas, según la versión del barón Ibarra, los que desembarcan en España, tras gastarse apenas 300 euros en un billete de avión, para hacer "turismo sanitario". Llegan, se operan de una cadera, no sin antes girar una visita al museo del Prado, se toman un bocata con una horchata de chufa, y se vuelven a casa tan ricamente con el cuerpo arreglado. Vamos, una mierda de turismo barato.

Ante semejante abuso de confianza, Ibarra pide a Zapatero una sanidad "sólo para españoles", versión sofisticada de aquel "trabajo sólo para españoles", pues, según él, medio mundo viene a aprovecharse de nuestra sanidad gratuita y universal. No es que el chico haya ingresado en el PP. Únicamente lo apunta como una idea para ahorrar, en línea de las ocurrencias marianas. En tiempos de crisis florecen las ocurrencias como setas en otoño.

La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, que está demostrando más paciencia, competencia y educación que una santa, ha tenido que recordarle a su compañero de partido, de manera muy elegante, que es un metepatas. O sea, que los españoles estamos apuntados durante meses en una lista de espera para una intervención quirúrgica, y resulta que según Ibarra cualquier europeo o americano arregla lo suyo con la celeridad con que las españolas abortaban en la Gran Bretaña.

"Nadie puede pensar que ningún ciudadano de un país venga a pasar diez días, se presente en un hospital, y pida que le operen de cadera" (...) "eso no es posible desde el punto de vista clínico ni sociológico", le contestó muy cortés Trinidad Jiménez. Nadie lo puede pensar en sus cabales, ex cepto el ex presidente ex tremeño Ibarra, aquejado de incontinencia verbal aguda. Lo suyo sí que es Fuego Amigo, y no lo de este blog.

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