Fuego amigo

Si da demasiado gusto, el niño no vale

Recuerdo aquella declaración de José María Aznar sobre la necesidad de tener niños: "España necesita niños, a mí me gustan los niños, hay que tener niños". Y todo el PP supo desde entonces que el futuro de España está en los niños.

Decía esto el hombrecillo insufrible cuando todavía era un líder planetario, como un aviso a sus numerosos militantes del Opus Dei y legionarios de Cristo, para quienes está prohibido echar un polvo si previamente no han meditado que el acto sexual no ha sido creado por dios para guarrerías, para liberar tensiones y disfrutar como perros en celo, sino para traer hijos a su servicio. Si da demasiado gusto, el niño no vale.

Su vicario en Génova 13, Mariano Rajoy, recogió las tablas de la ley aznaril y tardó un credo en inventarse la famosa niña que venía a este mundo dejado como un solar por el malvado ZP. El descojone fue planetario. Pero una vez traspasado el espejo del ridículo, los disparates viven en otro mundo, con otra lógica, y parecen palabra divina, y sólo entonces la razón pasa a ser sospechosa de locura.

Pero aquello era tan sólo un ensayo intelectual. Ahora, su gabinete de imagen del otro lado del espejo le pide un esfuerzo mayor (¡vamos Mariano, aún puedes parecer más bufón, tú puedes!), que suba a la tarima un ejemplo viviente, para más risas, y así aparece el niño, prestado para la ocasión por un militante, al que ZP le va a subir el IVA de las chuches. Y eso ya es maldad. Ni al mayor genocida se le hubiese ocurrido torturar a los niños subiéndoles ¿a la tarima?, no, el IVA.

A ese niño de dos años lo soltaron por la tarima, como el que suelta una paloma, en pleno debate sobre la imagen de las niñas de Zapatero. Pero como todo ocurría al otro lado del espejo, en vez de un abuso pareció una ocurrencia genial.
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Meditación para hoy:

España es la Meca del turismo. Tenemos una habilidad pasmosa para atraer turistas. Sacamos turistas de las piedras. Cuando los antitaurinos hablan de eliminar la fiesta de los toros, siempre sale alguien preocupado por el daño económico que supondría a la industria turística la eliminación del rito de la tortura y muerte del toro. Es el turismo del "Spain is different".

La semana pasada ya nos avisaba Rodríguez Ibarra de nuestra capacidad para atraer "turismo sanitario", esos extranjeros que vienen, se toman una cañita y se operan de una cadera.

El PP se pasó toda una legislatura alertándonos del "turismo económico" que nos visita, sobre todo en patera, porque nuestro país tiene un atractivo irresistible para los inmigrantes.

Ahora, los antiabortistas nos dan una pista más sobre la imaginación desbordante de nuestra industria turística: se temen que comience el "turismo abortivo", desde la aprobación del anteproyecto de Ley de reforma del aborto.

Y el ingenuo de ZP pensando que los turistas venían buscando sol y playa.

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