Fuego amigo

Mira niño que la Virgen lo ve todo

Desde que el Alcalde de Madrid, Ruiz Gallardón, y la Líder Esa, Esperanza Aguirre, ya no tienen que disimular que se odian, los actos públicos en que ambos coinciden vienen con un plus de morbo de regalo que excede cualquier límite político. Ya hay expertos en el análisis de la temperatura del beso y de la mueca de sus sonrisas. Ayer volvieron a juntarse bajo el manto de la Virgen de la Almudena, la patrona de Madrid, y se dieron un beso protocolario para despistar a la virgen que lo ve todo. Y de paso, a Rouco Varela, que es su espía en Madrid, e igual de virgen. Creo.

En este Madrid multicultural, todavía la religión católica sigue ocupando plazas, calles e instituciones, y el alcalde de todos los madrileños, chinos, orensanos y africanos, ateos, budistas e islamistas que habitamos la capital del reino, continúa renovando el tradicional "Voto de la Villa a la Virgen", en un ejercicio de autismo cultural digno de la Edad Media.

Y oficiando la misa, el cardenal Rouco Varela, que llevaba un discurso preparado con sus obsesiones particulares, la familia que se rompe y el aborto. Bueno, esta vez venía aderezado de economía, del paro que destruye a la familia, porque en los momentos de penuria los matrimonios están más expuestos al fracaso.

Rouco Varela, para quien España es "una Patria-Iglesia", tiene muy calado al culpable de la crisis económica: "la crisis de conciencia moral y espiritual". Yo sé que en el fondo el cardenal tridentino se refería al capitalismo salvaje y a los banqueros desalmados, los de las stock options y las hipotecas subprime, y a los cargos públicos que roban, prevarican, y recalifican. Pero no era cuestión de andar poniendo nombres estando allí Gallardón y Esperanza.

Seguro que luego, en privado, les aclaró que se refería a las abortistas y a los homosexuales.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Meditación para hoy:

El diario El País contaba ayer parte del interrogatorio judicial a Francisco Camps. El juez José Flors, grabadora en mano, preguntaba al honorable president a qué se refería Álvaro Pérez, El Bigotes, cuando en una de las cintas incorporadas al sumario reconocía que "le debía mucho". Y por dos veces preguntó el juez: "¿Qué le debe a usted el señor Pérez?" Pero Francisco Camps contestó por dos veces también al juez como si estuviera chuleando a los periodistas en sala de prensa. Me lo imagino con esa su sonrisa cínica y despreciativa mientras respondía: "Todos los valencianos me deben mucho". E insistía a continuación: "Todos reconocen mi empuje como presidente".

Confundir a un juez instructor, tratándolo como a un idiota, o lo que es peor, como a un periodista, con el desprecio con que suele hacer gala ante la prensa, es a todas luces un suicidio. Así que, considerando que no parece tener un pelo de tonto, ¿no estaremos, quizá, ante una nueva estrategia de defensa, buscando el atenuante de locura transitoria? ¿Y si no fuese estrategia, sino que ha sido contaminado con el mal de altura del hombrecillo insufrible?

Más Noticias