Fuego amigo

Ya se oyen los disparos del fuego amigo

Por mucho que se empeñen en ponerme en contra de Haidar y su lucha no lo van a conseguir. Llevamos varios días, semanas, defendiendo su forma heroica de batallar por la causa justa de los saharahuis, condenando el régimen del sátrapa de Marruecos, sumido en una democracia de diseño, como aquella democracia orgánica que sufrimos aquí durante años, y resulta que empezamos a recibir fuego amigo, como el título de este blog, mira por dónde, de gente que es mejor que no nos salve.

Según se va acercando la hora fatídica, el nerviosismo amenaza con tirar por tierra todas las razones que hemos ido acumulando para seguir a su lado. El compañero de Haidar, uno de los tiradores de fuego amigo, ya ha elegido el enemigo y la estrategia equivocados: "Si regresa en un ataúd, la asesina será España. Los hijos también han sido utilizados como munición, y con su carta, escrita también con torpe munición amiga, empezaron a revolvérseme las tripas porque me recordó la manipulación de los familiares en el secuestro del Alakrana.

No es ese el camino, y quien esté aconsejándole se equivoca de medio a medio. Porque el problema ya no es que a Marruecos no le afecte en absoluto la muerte de una opositora política (quien piense lo contrario no conoce el alma de las dictaduras), ni que España se haya estrellado con la insolidaridad, si no el pánico, de sus socios europeos; el problema es que tantos amigos disparando a un tiempo tampoco le están dejando a Haidar una solución más airosa que la inmolación.

Y así las cosas, mientras la derecha, con Pedrojota ya de abanderado, empieza a pescar en este nuevo caladero marroquí, con un intento patético de reverdecer el espíritu de Perejil, pasaremos al siguiente escalón que no es otro que la discusión de si es ético o no alimentarla a la fuerza una vez haya perdido el conocimiento. Consumiremos entonces ríos de tinta entre todos, distraídos sobre esta nueva cuestión, mientras la causa saharaui se desvanece en un segundo plano, como la vida de Haidar, y queda difuminada la figura real, real en todos los sentidos, del auténtico enemigo común. O sea, un pan como unas hostias.
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Con el puente de por medio, había escrito para hoy una columna en el diario Público, que con dos días de antelación por fuerza no podía ser de actualidad. Pero sí es una reflexión que podría servir para liberar tensiones. Ahí va:

Tengo para mí que la humanidad habrá alcanzado sus logros científicos culminantes cuando ocurran estos dos hitos históricos.

El primero, el día en que consiga construir un artefacto, al que llamaremos vaca para simplificar, del que salga leche por un orificio, después de haberle introducido por otro una cantidad determinada de agua, hierba y paja, sin conectarlo a ninguna otra fuente de energía. Un invento que dejará la colonización del universo en ropas menores.

El otro día con el que sueño es aquel en que consigamos explicar, con una ecuación tan sencilla y hermosa como la de E=mc2, por qué el ser humano culto e ingenioso, habitante de un planeta perdido en la infinitud del universo, puede llegar a creer a pies juntillas que él es el rey de la Creación y que los miles de millones de planetas y estrellas que le rodean, y de los que ni siquiera tiene conocimiento, los hizo un dios para su disfrute personal.

Llegar a comprender qué mecanismo misterioso provoca que el mismo ser humano que fue capaz de dominar el átomo y las enfermedades, y producir alimento para miles de millones de personas, pueda pasar, sin solución de continuidad, del laboratorio de análisis complejos a un estado de invalidez intelectual inducida por una recua de hábiles sacerdotes.

Quizá, a 66 millones de años luz exista un planeta cuyos habitantes disfruten de la tecnología suficiente para contemplar el nuestro con potentísimos telescopios. Y estarán viendo un planeta Tierra infestado de dinosaurios, sin sospechar que todo lo que ven no es más que el ensayo aparatoso y absurdo de un dios, preparándose para crear una mierda de hombre como yo... dentro de 66 millones de años.

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