La fortaleza de los líderes está en los ejércitos que les respaldan con su arsenal de guerra, el peso de sus economías, o, como en el caso de ayatolás y obispos, en el número de conciencias sobre las que gobiernan. Un líder fuerte no se hace en el gimnasio con sesiones de abdominales ni adulando al emperador. La fortaleza de los líderes vale lo que valen sus sociedades. Lo demás es patología. Quizá de ahí venga esa enfermiza manía del jefe de la oposición de intentar mermar el carisma y el peso político de España en los foros internacionales haciendo pasar a Zapatero por un bobo, débil e inepto.
Cuando estos días el PP ponía en solfa el liderazgo de Zapatero, ya fuese para solucionar el secuestro del Alakrana o el problema de Haidar, yo me preguntaba cómo nos iría a los españoles con un presidente del PP asistiendo a la conferencia de Copenhague sobre el cambio climático. Un presidente negacionista, como Aznar, que cobra de lo lobbyes petroleros, y que en el colmo del sarcasmo duerme en la misma cama que la concejala de Medio Ambiente del ayuntamiento de la capital de España, o un presidente negacionista como Rajoy, asesorado por un primo suyo que se reía de la gravedad del cambio climático.
A nadie extrañaría ver en esa conferencia a presidentes tan estrafalarios, como ateos presidiendo una reunión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, representando a un extraño país donde los códigos éticos de los partidos de derechas los redactan imputados en casos sonados de corrupción, donde el Defensor del Pueblo, infiltrado en el PSOE, llama "tonto" al pueblo que se opone a la tortura del toro, porque el toreo es la esencia del ser nacional, donde un profesor universitario de veterinaria asegura que el toro no sufre en la lidia, y nadie le apea de su cátedra o le llama imbécil a la cara. A nadie extrañaría verles por Copenhague representando a esa España donde los pirómanos trabajan de bomberos, esa España torera de los disparates donde la corrupción cosecha más votos que la honestidad y la contradicción sustituye al sentido común.
Copenhague se maravillaría de ver a nuestros líderes fuertes del PP sacando pecho por la lucha contra un cambio climático del que se mofan en la intimidad. Claro que antes, para ser presidentes, tendrían que haberse mofado de todos nosotros. Así que nos estaría bien empleado.
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