Fuego amigo

El Parlament está diseñando un dromedario

Yo no quería, pero llegó Esperanza Aguirre a poner de nuevo sobre el tapete el debate de la tauromaquia. En su caso, ¡cómo no!, para destapar su anticatalanismo primario y, de paso, enseñar la patita de lo que podría ser de este país si esa osadía política suya que sólo se alimenta de su vastísima incultura la aupara al poder del Estado.

Y mientras... en el Parlament de Cataluña, continúan colmando de sentido el concepto de democracia, tan molesto para la lideresa madrileña. Entre los diseñadores corre el chascarrillo de que un dromedario es un caballo diseñado en asamblea. En cierto modo, a pesar de constituir un sano ejercicio asambleario, es lo que está a punto de salir del Parlament catalán con el debate, que todavía hoy continúa, de si se deberían suprimir las corridas de toros.

Puede parecer muy democrática la decisión de escuchar a filósofos, científicos y expertos proclives a uno y otro bando, pero la Fiesta (no sólo Nacional, sino desde ayer un "Bien de Interés Cultural" para el nacionalismo chulapo de Esperanza Aguirre) tiene todas las características de una religión. A saber: no importan las evidencias que existan en su contra, porque los argumentos de su defensa han huido del lugar del cerebro donde se asienta la razón para refugiarse en los terrenos inexpugnables de la fe.

Un ejercicio tan inútil como un concilio de obispos y ateos discutiendo si existe o no algún dios. Los dioses no existen, ni la barbarie puede tomar la forma sutil del arte por mucho que se decida que sí por consenso democrático.

Y sin embargo, creo que algo sí podemos sacar en claro de este aparente diálogo de sordos. Y es tomar por la palabra a todos cuantos, para defender el toreo, se preguntan por qué no revisamos el maltrato a los demás animales, como ocas, gallinas, cerdos o vacas. Es una espléndida pregunta, y no vale contestar que los torturamos sólo para comer y no para divertirnos sádicamente con su sufrimiento, como en la tauromaquia.

Aprovechando la oportunidad de que el debate pasa por un Parlamento español, deberíamos exigir la revisión de las condiciones de estabulado, alimentación, transporte y forma de sacrificio de todos los animales que sirven para nuestro sustento. Incluidas mis adoradas ocas, torturadas para aprovechar su rico e inflamado foie gras.

Aprovechemos la ocasión para darles la razón a los taurinos, y, en contrapartida, a ver si de una vez terminamos con la salvajada de la Fiesta Nacional. Lo de Esperanza Aguirre sólo podemos solucionarlo en las urnas.

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