Fuego amigo

Cada problema en su cajón

Un amigo mío, presidente de una gran empresa, tenía clasificados los problemas por cajones. Tres. El cajón superior era la entrada de urgencias de los conflictos del día. Los que resistían el tratamiento del olvido (laissez passer), pasaban a planta, o sea, al segundo cajón, al cabo de una semana. Si después de un tiempo prudencial, con un buen tratamiento de pastillas de desinterés, el problema no exigía soluciones urgentes, se pasaba al tercer cajón, donde hibernaba hasta recibir el alta al cabo de los meses. Sin tocarlo. Era su prueba irrefutable de que el tiempo todo lo arregla.

Creo que Mariano Rajoy debió de estudiar en la misma escuela de negocios que mi amigo. Cada vez que estalla un escándalo en su partido, él lo guarda en el primer cajón. O se quita de en medio para no enfrentarse a las preguntas de la prensa. Que hagan el ridículo las Cospedales y Sorayas y Arenas, pues gracias a su reconocido descrédito ya no tienen nada que perder.

El pasotismo de Mariano recuerda en cierto modo el chascarrillo de aquella bellísima modelo de pasarela que siempre permanecía muda, y que ante el acoso de los periodistas que le recriminaban por qué nunca hablaba, contestó, al fin, un buen día: "¿Pa qué, pa cagarla?"

Porque ante los problemas derivados de cómo Matas o Bárcenas, su tesorero, se hicieron ricos tan súbitamente, sobre los regalos sin cuento recibidos por la familia Camps y el resto de la familia mafiosa de manos de los Gürtel, los contratos estratosféricos a dedo en la Comunidad de Madrid y Castilla y León a las empresas de la trama corrupta, las recalificaciones irregulares de los alcaldes del PP, y tantos problemas que se derivan del sumario, me pregunto si habrá un cajón lo suficientemente grande para esconderlos. ¿O es que Mariano permanece mudo, simplemente, "pa no cagarla más"?
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Meditación para hoy:

Vaya atracón deben de tener los periodistas que se están tragando a pelo los 50.000 folios. Si veis a alguien hablando solo por la calle con la mirada colgada de una nube, es que tiene obreros en casa o es un periodista que lleva 24 horas sin parar leyendo el sumario Gürtel. Creo que la maniobra de distracción de Rita Barberá con su desobediencia institucional, demoliendo cinco casas en el Cabanyal, es un intento inútil. El sumario promete a ser un río de información imparable durante una semana, me temo.

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