Fuego amigo

Relaciones diplomáticas con terroristas

Hay reacciones de indignación ante las injusticias que son más indignantes aún si cabe que las propias injusticias. Por ejemplo, el estado delincuente de Israel asalta con varias fragatas y helicópteros un convoy con varias toneladas de ayuda humanitaria que navegaba por aguas internacionales, rumbo a Gaza, mata a 16 personas, hiere a unas decenas más, secuestra a un número indeterminado de cooperantes, entre ellos tres españoles, y resulta que las primeras reacciones oficiales del gobierno español consisten en pedir explicaciones al embajador israelí en España. A eso, queridos niños, al parecer le llaman diplomacia.

Por su parte, la presidencia española de la UE va un paso más allá, y emite un comunicado en el que considera "inaceptable" la muerte de los cooperantes. Resulta ahora que asesinar es inaceptable, y nosotros sin saberlo. Va a resultar que, como en esas sentencias de los jueces machistas, hay que disculpar a los violadores porque la flotilla violada iba provocando.

Para rematar la faena, el mismo embajador al que le han pedido explicaciones se explica divinamente: "Los soldados han actuado en defensa propia". Y aquí es cuando entra la estrategia de la distensión. Ya que no puede condenar al propio estado terrorista al que representa, pretende que nos echemos unas risas con él. Según este payaso, cuando los marines israelíes asaltaron uno de los barcos que transportaba el arma disuasoria de varias toneladas de ayuda humanitaria, fueron atacados con cuchillos y pistolas. Vamos, una intifada en alta mar.

Y ahora, las preguntas tontas: ¿Por qué, mejor, no rompemos inmediatamente relaciones diplomáticas y luego pedimos explicaciones? ¿Hasta cuando vamos a tener que reírles las gracias a los terroristas?
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Primera meditación para hoy:

Estuve en la manifestación de Madrid ante el ministerio de Asuntos Exteriores, y no en la que se congregó ante la embajada de Israel, porque creo que es mucho más importante que el gobierno español haga algo más que un gesto de protesta "diplomática". Para Israel los manifestantes somos poco menos que una prolongación de la intifada. Pero nuestro gobierno, como presidente de turno de la Unión Europea, debe promover algo más que una dura declaración en un asunto gravísimo, como son los asesinatos y secuestros de ciudadanos europeos, además de la vulneración de las normas internacionales sobre el derecho al libre tránsito de personas y mercancías.

Nos congregamos unas quinientas personas y hemos gritado hasta la ronquera. Si no nos han oído al otro lado de las ventanas del palacio de Santa Cruz es porque están sordos. Y no hay peor sordo que un ciego.

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Segunda meditación para hoy:

No se atreven a presentar una moción de censura porque saben que su soledad parlamentaria es pareja a la del PSOE. En las mociones de censura, quien las propone debe presentarse como una alternativa de gobierno y ofrecer a su vez, en un acto público y con cámaras de televisión, un programa de gobernación para salir de una crisis económica para la que nadie parece conocer con exactitud el remedio.

Su alternativa es para el resto de la Cámara como un ejército de zetapés enloquecidos, en un Parlamento donde no hay un sólo ser vivo que no tenga en su costado una herida, un insulto, un desprecio inferido por Mariano Rajoy y sus comparsas. Así que el PP intenta, como en los combates marrulleros de boxeo, que el contrincante tire la toalla, para proclamarse campeón por abandono del contrario. Ni por KO ni por puntos.

Cierto que a punto está de caerles encima un sumario Gürtel que demostraría la financiación ilegal del partido. Pero ellos siguen tranquilos porque saben que sus votantes están mucho más preocupados por la pérdida de medio punto de las pensiones medias que el robo masivo a las arcas del Estado descubierto en sus tramas de corrupción. Los pensionistas y funcionarios tienen nombre y apellido, pero el Estado somos todos y ninguno a la vez.

Ahora, como buitres ante los estertores de su presa, contemplan relamiéndose el fracaso anunciado de las conversaciones entre sindicatos y empresarios. Tienen miedo a un acuerdo. Por eso animan al gobierno a que les haga pronto el trabajo sucio. Por decreto.

Como ayer decía González Pons, sin tapujos, sin disimulo, Zapatero puede ser "el primer presidente de la democracia que abarate el despido". Es el último favor que esperan de Zapatero antes de su último suspiro.

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