Fuego amigo

Calamaro, entre la tradición y el progreso

Andrés Calamaro, argentino afincado en España, rokero de referencia tanto para los músicos como para la izquierda, acaba de presentar su "dimisión de progresista" en el programa de Andreu Buenafuente. Por escrito, de su puño y letra. Lo desconcertante de los programas de humor es que jamás sabes si lo que se dice en ellos va en serio o de coña. Por su propia naturaleza, se pueden beneficiar del espíritu de las paradojas, como aquella del filósofo griego Epímenes: "Todos los cretenses son unos mentirosos". Dicho por boca de un cretense como él, resultaría que todos los cretenses dicen la verdad. Pero, si dicen la verdad, ¡es que todos los cretenses son unos mentirosos!

Así que ahora no sé si Calamaro (que es argentino y no cretense) decía la verdad o se trataba de una de esas humoradas en forma de parajoda a las que nos tiene acostumbrados. ¿Y por qué se da de baja en la progresía? Pues porque a él le gustan los toros y no consiente que en Cataluña una cierta izquierda progresista esté a favor de prohibir la tradición de las corridas. Vale que es una salvajada, pero es "nuestra salvajada", una tradición muy nuestra, nos viene a decir. Y por si faltaba algún tópico, también se preguntaba él si nosotros, los antitaurinos, nos preguntábamos por el sufrimiento de los pollos y de las vacas cuando tenemos su carne cocinada en el plato.

Lo malo de bajarse del tren progresista en la estación de Cataluña es que puede estar esperándole un comité de bienvenida del PP, que no significa Partido Progresista exactamente. Es el Partido Popular, el mismo que propone ciscarse en ciertas tradiciones, como el uso del burka entre las practicantes del Islam, no porque esa prenda sea el exponente de la violencia permanente más brutal del hombre contra la mujer, sino porque, ¡oh sielos!, es un signo de una religión que no forma parte de nuestras tradiciones.

Sin burka, las pueden matar.

Ojalá el PP le haga un homenaje a Calamaro, en la estación de ferrocarril misma, con el tradicional brazo en alto a la romana (¿un Calamaro a la romana?), por defender con tanta gracia las sagradas costumbres patrias. A ver si así aprende a distinguir entre tradición y progreso.

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