Fuego amigo

La derecha tira la piedra y se abstiene

La abstención (y, por tanto, el apoyo) de todos los partidos conservadores en la votación para ratificar el decreto de reforma laboral del gobierno socialista es la prueba del algodón de que las recetas de la derecha tienen algo de religioso: se nos impone el sacrificio en este mundo de penalidades y crisis con la promesa de que gozaremos de los beneficios del paraíso en el más allá. Déjate despedir con más facilidad, que no duele, cariño, y verás cómo tienes tu recompensa en el banquete de la opulencia futura. Tu despido será el fermento que hará crecer el empleo. No lo razones. Cree, hijo mío.

La izquierda se opuso frontalmente porque, siguiendo su atea costumbre, no cree ni en los dioses del capital. El mercado laboral queda así en una situación rara, una reforma tolerada por la derecha como un mal menor, un proyecto poco ambicioso para el Gobernador del Banco de España (por cierto, ¿el banco es suyo? Habla con una propiedad...) o simplemente ligth para la portavoz del grupo Popular, y un atentado a la clase obrera para los partidos de izquierda, una renuncia a los principios básicos de la defensa de los trabajadores.

Es todo tan extraño que ya no sabemos quiénes somos los nuestros. A Sáenz de Santamaría, del PP, no le gusta porque "es la reforma del despido", a lo que hay que acumular, en un cóctel extraño, su rechazo a la congelación de las pensiones, la subida del IVA y el recorte salarial de los funcionarios.

!Ay va!, lo mismito que acaba de poner en marcha el Rajoy de los ingleses, el conservador David Cameron, en esa joint venture política con los liberales: recorte de beneficios sociales, congelación de los salarios de los funcionarios, subida del IVA hasta el 20% y retraso en la edad de jubilación.

Nuestro Rajoy no ha dicho ni pío sobre la decisión de sus hermanos ideológicos de la Gran Bretaña de aplicar las recetas de Zapatero. Todavía debe de estar haciendo la digestión. La política es un juego de trileros en el que ya no sabes debajo de qué logotipo está la bolita. Se mueven tan rápido que puedes acabar votando al PP, en el mejor de los casos.

Ahora ya sabéis por qué nuestra derecha tira la piedra y esconde la mano. Virgencita, Virgencita...

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