Fuego amigo

La fatalidad nos espera

Tengo asumido que el Partido Popular gobernará algún día este país llamado España. Como tengo asumido que hace calor en verano y frío en invierno. Estos relevos en la política son algo inevitable, como la muerte, con perdón de la comparanza. Así que, en lugar de lamentarnos, deberíamos estar preparados para el tránsito fatal.

Una de las cosas que más me preocupa es que el futuro relevo corra a cargo de un tipo como Mariano Rajoy cuyos métodos de gobernanza son al menos atrabiliarios. Me preocupa que en una nueva crisis económica (las crisis también son cíclicas, como las estaciones: las del año y las del tren), él y sus ministros se paseen  por Europa dando conferencias sobre cómo se hunde España, aconsejando de paso a los inversores que no metan un duro en nuestra deuda pública.

Me preocupa que continúe de presidente de su partido Manuel Fraga, el homo antecessor, que hace unos días decía comprender la corrupción política, sobre todo la de su partido, porque "las tentaciones humanas existen", como si no existiesen, por si acaso, los juzgados.

Me preocupa que el presidente de su partido en Canarias, José Manuel Soria, clónico de José María Aznar, cuando se descubre la presunta financiación ilegal de su partido pida clemencia porque "ha habido un reconocimiento de un error". Están tan acostumbrados a lavar sus pecados en el confesionario que piensan que con pedir perdón ya quedan libres de toda culpa.

Me preocupa que el código ético del PP no contemple la expulsión de personajes como Fabra, Camps, los que ordenan espionajes o llaman hijos de puta a sus compañeros...

Me preocupa que un día gobiernen España con el estilo mafioso que aplican a su partido.

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Meditación para hoy:

A Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid, además de suspenderle de militancia por rebelarse contra la lideresa Aguirre, el PP le ha obligado a retirar el recurso de apelación que interpuso el día 23 contra el auto de la juez que ordenaba archivar el llamado "caso de los espías". Al parecer ha prevalecido la disciplina de partido, y se ha reafirmado el poder de Esperanza Aguirre, que no olvida ni perdona a sus hijos de puta.

Una disciplina de partido que también está a punto de caer con toda su pesada carga sobre Tomás Gómez, secretario general del PSOE de Madrid, quien parece haber olvidado la amenaza bíblica (¿o era de Alfonso Guerra?) de que quien se mueve no sale en la foto. Tomás Gómez, por si acaso, ha atemperado su discurso, no vaya a ser que no llegue ni a septiembre.

La disciplina de los partidos es la muerte del debate político.

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