Fuego amigo

No sé si será próspero el 2011

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Me he encontrado a un vecino en la escalera, le he deseado un próspero año 2011, porque uno es así de encantador, y me ha mandado a la mierda. Llevaba esa cara inconfundible de úlcera sangrante de estómago tras escuchar el Apocalipsis según San Mariano, y no tenía el cuerpo para más vaticinios. Él estaba preparado para que el mundo se acabase en 2012, como al parecer han predicho los mayas, y ha pagado su mal humor conmigo porque alguien pretende adelantarle la catástrofe final sin contar con él, persuadido de que si no se muere antes Zapatero, o bien dimite, que podría ser una variante aceptable, España se precipitará en el caos definitivo.

Mi vecino fue votante del PSOE, uno de esos 11 millones de ciudadanos con ataque de cuernos de los que hablaba el otro día, y dice no tener fuerzas para enfrentarse a un año y medio de reflexión, cuando a él ya le parece un empacho la obligación legal de dedicar todo un día a la reflexión antes de las elecciones. Un año y medio reflexionando a quién votar, o más bien, reflexionando por qué votó en su día a Zapatero.

En su ánimo ha calado que los conflictos derivados del paro, de los controladores aéreos, de los matrimonios homosexuales, de los estatutos de autonomía separatistas, del encarecimiento de la luz, de la falta de créditos, de las subidas de la edad de jubilación y del IVA... van a tomar carrerilla en 2011 para ser retomados, tras las elecciones de 2012, con mayor virulencia, por un Partido Popular con mayoría absoluta.

Para mi amigo, este 2011 es un paréntesis, una larguísima meditación, el ensayo general con todo para el día de la bestia. El auténtico. Por eso manda directamente a la mierda a cuantos vecinos corteses le desean un próspero año nuevo.

¡Mira que eran listos los mayas! Mi vecino todavía aún se pregunta cómo pudieron calcular con tantos siglos de anticipación que un día, en el lejano 2012, gobernaría Mariano Rajoy.

Si el mundo no se acaba antes, claro.

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