Fuego amigo

Eternamente obsoletos

................................................................................................................................................

La obsolescencia es un término recién aprendido por la mayoría, incluso por los que estaban obsoletos sin saberlo. El DRAE define el adjetivo obsoleto como algo 1) Poco usado; y 2) Anticuado, inadecuado a las circunstancias actuales. Pero lo que la Academia no explica bien lo suplía el otro día un espléndido reportaje en TVE. En él nos contaban cómo la obsolescencia de los objetos no es una condición inherente a la fatiga de los materiales, no solamente, al menos, ni siquiera porque se queden anticuados, sino que está programada por los fabricantes para que la rueda del capitalismo no se pare.

Los coches, las bombillas, los electrodomésticos... todo obedece a un plan de durabilidad programada en una mesa de dibujo técnico. Cierto que lo bien fabricado mejora incluso con el tiempo, como algunos relojes, muebles, coches deportivos o las mismas pirámides, ruinosas en su tiempo pero una fuente inagotable de ingresos miles de años después. Pero ahora nadie juega a largo plazo. La actual sociedad de consumo, incapaz de ver más allá de sus narices, solo pone sus ojos en el año contable, como queda demostrado en el deterioro imparable del medio ambiente.

Los cubanos, con su habilidad aprendida en la escuela de la escasez, han demostrado que se pueden fabricar automóviles, aunque sean norteamericanos, que duren en funcionamiento diario más de medio siglo, con los consiguientes trabajos de mantenimiento, por supuesto; como las catedrales, como los museos, hechos para durar.

Pero desde que se inventaron las estadísticas, los humanos ya somos como los objetos, una cantidad y no una individualidad, con número de serie, y fecha de fabricación y de caducidad. Estos días el gobierno está dándole vueltas a la obsolescencia de ese producto llamado persona, ahora que solo traen hijos al mundo en cantidad suficiente los del Opus Dei, y la producción de personas está bajo mínimos. Quizá, como contagiado por las hormiguitas cubanas, el gobierno continúa decidido a exprimir nuestros límites de funcionamiento un par de años más, hasta los 67. Lo que quizá me plantee revisar este asunto con mi médico, porque si ese es el peaje a pagar, que no se esmere tanto en la limpieza de mis pulmones, que me gustan así como suenan, con esos resoplidos renqueantes y armoniosos, como los tubos de escape de los coches cubanos.

Más Noticias