Fuego amigo

No te prometo nada

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La oposición política en las democracias es el plan B de los ciudadanos para cuando se sienten defraudados. En las dictaduras ese plan B se llama revolución, como la que está prendiendo en el mundo árabe, mientras que las democracias blindan su futuro prohibiendo los idearios antidemocráticos y exigiendo que los programas reflejen las verdaderas intenciones de los partidos.

Pero, claro, esto de la democracia es como el noviazgo, una batalla de seducción en la que cada uno solo deja entrever las virtudes e intenta disimular como puede que en el fondo es un guarro de tomo y lomo, un posible maltratador, un vago o un enfermo de celos. A partir del día de las elecciones, día de la boda, la seguridad en la unión indisoluble provoca que los contrayentes relajen sus armas de seducción y olviden rápidamente sus promesas.

Cuidado, pues, porque cuantas más promesas hagas, mayor será la decepción a lo largo de la convivencia. Que se lo digan al PSOE cuando oyó a aquel novio que le gritaba en la noche electoral: "Zapatero, no nos defraudes".

Lo más eficaz en estos casos, para no decepcionar, es actuar como el Partido Popular, es decir, prometer tan solo que seré bueno, amor mío, pero sin comprometerse a hacer las camas todos los días o a cambiar los pañales de los niños. Con promesas vagas, a nuestro novio PP, y amante seductor, nunca podremos echarle en cara que no es cumplidor. ¡Y mira que insiste en pedirnos la mano!

La vaciedad de programa, la incoherencia y la ocultación de intenciones por parte de Mariano Rajoy quedaron reflejadas en la entrevista de su televisión amiga, con un Pedro Jota muerto de risa ante el ridículo de su interlocutor, en la que el postulante para próximo presidente del gobierno ni siquiera supo explicar lo que más interesa a los ciudadanos: su receta para crear empleo. Se escudó, entre balbuceos, señalando unas notas manuscritas, en que no entendía su propia letra donde tenía escrita la mágica receta.

Es tan ignorante, tan vacuo, tan irrelevante que hasta ignora lo que piensa cuando pierde el guión.

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