Fuego amigo

Los dioses juegan al fútbol

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Dice el tal Mourinho, en su carrera meteórica de méritos para un futuro premio Príncipe de Asturias de la Concordia, aunque por ahora tan solo entrenador del Real Madrid de fútbol, que no le teme a nadie, excepto a Dios. Debe de ser cosa de los futboleros esto de buscar la ayuda de los dioses, como si sus batallas en los campos de fútbol fueran no más que una pura extensión de las guerras de religión. Mourinho, de ideario cercano al fascismo (cuenta Radio Macuto que en su club se le ha prohibido, por contrato, hablar de política) recibió de su padre, colaborador entusiasta de la dictadura fascista de Salazar, su ideario político y religioso. Y lo conserva, que para eso es conservador.

Kaká y Messi también son fieles seguidores de otras sectas cristianas, y junto con Cristiano Ronaldo, cuyo nombre proviene de una sabia combinación del fundamentalismo propio de la secta católica y de la admiración de sus padres por Ronald Reagan (información también procedente de Radio Macuto), cada vez que saltan al campo de juego, o de batalla, según se mire, se persignan compulsivamente, varias veces seguidas, como si les persiguiese el diablo, o quizá para mejor llamar la atención de su dios, por si estaba sintonizando otra cadena con otro partido.

Los jugadores de nuestra selección tampoco quieren ser menos en la obtención de favores celestiales; así que los imagino un poco tristes por haber tenido que suspender la audiencia prevista para hoy con el Papa, al parecer por problemas de agenda, una recepción en la que, copa en mano (¡ay va, como Aznar!) pensaban agradecer al dios de Ratzinger el haberles apoyado en su puntería en el tiro a puerta en el último mundial de fútbol.

Me temo que como se cabree el dios de Karim Benzema se va a liar parda. Allá ellos.

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Meditación para hoy:

He visto cómo los manifestantes que con su actitud derribaron a Mubarak del gobierno de Egipto dejaban la plaza Tahrir limpia como una patena, al cabo de dos semanas de ocupación. Cientos de voluntarios de toda edad y condición social barriendo, guardando en bolsas de basura los desperdicios, limpiando las pintadas con agua y detergente, repintando señales de tráfico.

¡Qué gran lección para todos los jóvenes que los fines de semana dejan las calles como un campo de batalla después del botellón, espacios ciudadanos que, en su incivismo, consideran de usar y tirar! Como diría mi madre, ¡qué demostración práctica de que la ropa sucia no vuela ella sola a la lavadora, ni los jerseys se doblan solos, ni las camas se rehacen sin que nadie las toque, debido a un extraño encantamiento, ni el hada madrina limpia los zapatos por la noche y lava los platos del fregadero!

En verdad que hay que confiar en el futuro de un país que comienza su revolución con un acto tan cívico y de solidaridad ciudadana como es el de preservar impolutos los espacios públicos que utiliza para reivindicar y ejercer su libertad.

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