Fuego amigo

El gobierno de los imputados

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Las mujeres italianas acaban de emular a los egipcios extendiendo sus protestas por toda Italia, su particular Tharir, contra esa anomalía democrática llamada Silvio Berlusconi que no sabe distinguir con claridad un consejo de ministros de un prostíbulo de lujo. Bueno, o quizá sí, con lo cual nos hallaríamos ante un doble problema. Como diría el filósofo del PP González Pons, "el pueblo cuando quiere, puede", y las mujeres italianas quieren no ser gobernadas por un empresario rijoso que ha tomado a la mujer como un objeto y a su país como una de sus empresas particulares.

La buena noticia es que una mujer de entre todas ellas, juez de Milán para más señas, ha decidido sentarle en el banquillo por un supuesto delito de incitación a la prostitución de menores y abuso de poder. Es un magnífico ejemplo de hasta dónde puede llegar la doctrina González Pons cuando los pueblos se hartan de los corruptos y de los gobernantes con tics dictatoriales.

Tiene Pons en su partido a un imputado por cohecho -el más infamante delito que puede cometer un gobernante-, como candidato a la presidencia de la Generalitat valenciana. Lejos de retirarse de la contienda, y ante las dudas de la dirección nacional sobre su moralidad, Camps se hace investir precipitadamente candidato para demostrar a Rajoy que para chulo, él, porque el dossier que tiene en su poder sobre la trama Gürtel de financiación ilegal del partido pesa mucho más que el cohecho de unos cuantos trajes que, por cierto, le sentaban divinos de la muerte, oyes.

No consigo imaginar cómo será la noche de los sms rotos (pásalo) cuando en Valencia conozcan que desde Madrid han confirmado a su Berlusconi valenciano como candidato a las autonómicas. Aunque Pons ya nos avisó de que él sí lo sabe.

A lo mejor esa risita tonta suya es de eso.

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