Fuego amigo

A veces, las preguntas son las respuestas

 

En el conflicto de Libia, unos están llenos de respuestas y otros rebosan de preguntas. A la cuestión de si puede haber una guerra justa, la respuesta más redonda y políticamente correcta es que ninguna guerra puede ser justa, como tampoco lo puede ser la violación o la pederastia. Lo que nos lleva a la paradoja de que los malos pasan automáticamente al estado de buenos una vez cesan en su violencia tras haber conseguido sus últimos objetivos.

 

Así que, aplicando esa premisa en crudo, la policía debe esperar pacientemente, sin aplicar violencia a la violencia, a que el violador termine su faena, y el pederasta, su felación. Por el mismo precio filosófico, la segunda República española es culpable de vandalismo por hacer frente con violencia a los generales sediciosos que se levantaron en armas contra el gobierno democrático. Sin olvidar que España vivió cuarenta años de dictadura asesina porque triunfó la doctrina norteamericana de "no injerencia" en los asuntos internos de un país, aunque estuviesen bombardeándolo desde el aire, como en Gernika. Las brigadas internacionales de jóvenes utópicos que acudieron en defensa de la República eran, pues, un atajo de asesinos.

 

Y sigo con las preguntas para los que tienen todas las respuestas. Si esta guerra se montó para apoderarse del petróleo libio, según la triunfante teoría conspiratoria de manual de la gauche divine, ¿qué ocurría hasta ahora? ¿Por qué nos han entrado tantas prisas? ¿Es que Gadaffi había dejado de bombear petróleo para matarnos de frío? ¿Es que se había pasado en el precio? ¿Ahora se lo van a llevar crudo (nunca mejor dicho) los aliados, como los que se reparten un botín en un callejón oscuro (un millón de barriles diarios para mí, medio para ti, unas latitas para Zapatero...), o bien los rebeldes nos han prometido una rebaja a cambio del favor de deshacernos de su dictador? ¿Dónde está el negocio oscuro cuyos entresijos solo conocen los conspiranoicos que conocen todas las respuestas? Si el objetivo de la intervención internacional, como acaba de decir Zapatero, no es derrocar a Gadaffi, ¿qué ocurrirá si gana y se queda en la poltrona del poder unos años más, enseñándole el oficio de sátrapa a ese hijito con pinta de matón pijo divino de la muerte? En ese caso, ¿os imagináis la borrachera de venganza que se desatará en Libia contra los sublevados, como ocurrió en España al término de la guerra civil? ¿Continuará en práctica, sin fecha fija de caducidad, ese eufemismo de la exclusión aérea hasta que por fin ganen los que tienen que ganar? ¿O es que no tenemos claro quiénes tienen que ganar?

 

¿Hay guerras injustas, o lo que son injustos son algunos guerreros?

 

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