Fuego amigo

Un líder faldero mendigando cariño

 

Mariano Rajoy está sintiendo el incómodo aliento de José María Aznar en el cogote, al que tiene harto por su falta de liderazgo tras haber perdido dos elecciones consecutivas con un bobo solemne que en teoría no tiene ni media hostia, amigo de los etarras y de los maricones. Bueno, algo así. Y es que el aliento de Aznar es corrosivo: no solo manda recados a su perezoso sucesor, sino a toda la clase política europea. Ante una audiencia asombrada en la Universidad de Columbia de Nueva York, advirtió a los presentes que Europa adolece de falta liderazgo... desde que él no está, supongo. Doblemente asombrada, porque se lo dijo en ese idioma que él cree que es inglés, y porque los norteamericanos no conocen el alcance exacto de esa enfermedad que le lleva a creerse el Napoleón español.

 

Todavía temblando por la admonición del hombrecillo insufrible desde el otro lado del océano y desde el otro lado del sentido común, Mariano se entrevistaba con la presidenta alemana Angela Merkel, que para él debe de ser como el Papa de Roma. Las imágenes del encuentro dan un poco de grima, porque me recuerdan las reverencias de Piqué ante el hijo tonto de los Bush. Un Mariano entregado, como esos perrillos que mendigan a cabezazos el cariño de sus dueños, esa mueca sonriente y desencajada de las caretas (personas) de las tragedias griegas, todo un espectáculo de líder faldero.

 

Mariano aprovechó la visita para demostrar a su ama que él sí tiene un programa de gobierno para España. Y para demostrarlo, allí mismo anunció que cuando gobierne promoverá incluir en la Constitución la obligatoriedad del déficit cero en todas las administraciones. Lo dice alguien cuyo partido administra las dos comunidades autónomas, tras Cataluña, con mayor déficit: Valencia y Madrid, y un ayuntamiento, como el madrileño, que él solo acumula un déficit casi igual a la suma del de los demás ayuntamientos españoles.

 

La Merkel debió de quedarse con los ojos a cuadros, como si hubiese escuchado por boca de un pederasta que en realidad lo que le gustan son las ancianitas.

 

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