Fuego amigo

De la justicia de Gadafi a la justicia de Alá

 

Lo fastidioso de los programas políticos ocultos es que corremos el peligro de apoyar a un candidato que piensa hacer todo lo contrario a lo que insinúa en su campaña electoral. Sin ir más lejos, Mariano Rajoy va a ganar las elecciones, según todas las encuestas de opinión, porque sus asesores le han aconsejado no soltar prenda de su programa ultraliberal y el castigo que nos espera.

 

Eso, como digo, sin ir más lejos. Yendo más lejos, nos topamos con el "programa electoral" de los rebeldes libios, gracias al cual compraron las simpatías y voluntades de las democracias occidentales, ocultándonos que pensaban sustituir el régimen dictatorial de Gadafi por la dictadura de la Sharia islámica. Eso nos pasa por ir por la vida salvando países.

 

Así que ahora resulta que hemos colaborado en sustituir el régimen represivo de un dictador demente por otro que se gobernará por la ley islámica donde reinará Alá a su capricho. Libia será desde ahora un país más justo, según los rebeldes, donde los adúlteros y los homosexuales serán castigados con la pena de muerte. Para casos menos graves valdrá una buena ración de azotes (hasta cien) o la amputación de una mano para los ladrones recalcitrantes. Entre las prohibiciones estará la consulta a magos y videntes, coger el pene con la mano derecha mientras orinas, que la esposa alegue que le duele la cabeza para no practicar sexo con su marido (de hacer el amor, ni hablamos), que las mujeres se queden a solas con otro hombre que no sea su marido, o que sostengan la mirada a un hombre sin bajarla; ya no valdrá comer cerdo, beber alcohol, y depilarse el entrecejo (esto último me parece sadismo puro).

 

Vale, lo sé: Alá es más raro que dios... pero más justo que Gadafi.

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