Fuego amigo

Nadie es lo que dice ser, ni dice lo que es

 

Mariano Rajoy sabe que la clave del éxito de su campaña es no emitir ningún mensaje que le pueda comprometer una vez instalado en el gobierno. Como dicen por Génova13, estas elecciones las pierde el PSOE, él solito, y el PP tan solo debe dejarse llevar por la corriente de los parados, de los indignados y de los desencantados que desemboca en el mar de la Moncloa. Así que cualquier noticia que altere el curso de ese río es mal recibida, porque las noticias, tanto las buenas como las malas, interrumpen la siesta, y sus efectos son siempre impredecibles.

 

En el PSOE rezan todas las mañanas para que se acelere, antes del 20N, el comunicado de ETA anunciando su disolución; en el PNV ya no descartan la posibilidad de tal anuncio y se reúnen varias veces con Mariano para ver cómo se podrían amortiguar los efectos electorales de tan mala buena noticia; y en el PP, por si acaso, se curan en salud avisando que el abandono de la lucha armada terrorista debe ser una "rendición incondicional", que contenga términos lo suficientemente radicales como para que ETA jamás pueda asumirlos por escrito... al menos antes de las elecciones.

 

Según se acerca el 20N (¡qué distinto a los veinte enes de antes!) todos se han enzarzado en una descomunal tarea de seducción. El PSOE no quiere cabrear a los ricos ni al Papa; el PP se erige en defensor de los pobres obreros y parados; y los partidos nacionalistas preparan la minuta para comunicar al ganador, el día 21N, el precio por su apoyo en la próxima legislatura. También pugna por hacerse oír en los medios de comunicación Izquierda Unida, del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada...

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