Fuego amigo

Los perros no saben divertirse

Creo que los españoles no somos especialmente limpios. El suelo de nuestras calles es un testigo permanente de la escasa educación de muchos amos de perros y del nivel de tabaquismo de la población, en forma de esputo mañanero y colillas que tapizan las aceras. Cuando se levanta un poco de viento, alzan el vuelo todo tipo de papeles de propaganda, envoltorios de chucherías y bolsas de plástico. Los alérgicos a las papeleras suelen justificarse con la coartada de que para algo pagan los servicios de limpieza con sus impuestos. Algo así como el nuevo concepto empresarial de comprar "bonos" de CO2 para poder contaminar el planeta con gases de efecto invernadero, concepto nacido del Protocolo de Kioto. Ya no es que "si contaminas, pagas", sino que "si pagas puedes contaminar más". Así que, si tienes un servicio de limpieza municipal, que trabaje, que para eso está.
En un post anterior comentábamos la procedencia de la tradición de las verbenas, como la de san Juan, fiesta pagana para saludar al sol y dar rienda suelta a las carnes encorsetadas del invierno. En media España ha prendido la costumbre de reunirse alrededor de una hoguera y una botella para celebrar la noche más corta del año. Bueno, una botella, no, miles de botellas, latas de conservas y de cerveza, tetra brick, sandías, melones y todo alimento sólido, líquido o cremoso susceptible de ser consumido antes de que nos sorprenda el alba. He leído que tan sólo en las playas de Barcelona, los servicios de limpieza recogieron 33 toneladas de basura una vez finalizada la juerga. Y al parecer las playas de Valencia, Alicante y La Coruña, de las que tengo noticia, amanecieron con la apariencia de haber recogido ellas solas los restos del naufragio de la US Navy frente a nuestras costas.

Nuestras ciudades están sucias, pero razonablemente sucias. Ello quiere decir que la mayoría de los ciudadanos utilizamos preferentemente las papeleras y contenedores para desprendernos de lo que ya no nos sirve. La mierda que vemos es la expresión de lo que puede contaminar una minoría.¿Por qué, tras el jolgorio de las Fallas, de la Feria de Sevilla, de cualquier macrofiesta o verbena popular, perdemos la compostura, como si la obligación de utilizar las papeleras pudiera quedar en suspenso por no sé qué extraña amnistía? ¿Por qué en las horas y días de ocio damos también vacaciones a nuestro comportamiento cívico?¿Qué mecanismo mental funciona en nosotros para que la educación sólo esté en activo hasta la hora de salir del trabajo? ¿Quién ha dicho que una bolsa de patatas fritas o una lata de cerveza vacías tienen distinto destino final si es día laborable o festivo?
Cuando vi por televisión el panorama desolador de las playas de Barcelona al día siguiente del naufragio de san Juan, ensuciadas por los mismos que no dudarán en protestar dentro de unos días por su bajo nivel de limpieza, me vino nuevamente a la memoria que los perros jamás cagan donde comen, ni donde toman el sol.
Pero, claro, los perros son unos animales que no saben divertirse.

Más Noticias