Fuego amigo

La vivienda está por los suelos

Hay distintas varas de medir y... de pegar. Tras los sucesos, de todos conocidos, en que dos valientes militantes del Partido Popular intentaron agredir con el palo de una bandera a un cobarde ministro, se condena a los policías que los detuvieron y no a los presuntos delincuentes que todos hemos visto en las fotos de prensa.
Desde entonces, la policía debe de andar con cuidado, y antes de detener a nadie deberá preguntar : "¿Es usted del PP, señor mío?" La policía, que es muy lista, se encontró ayer de pronto con una manifestación de jóvenes madrileños que habían hecho "una sentada" en el centro de la ciudad para protestar por el precio estratosférico de la vivienda. El filósofo de los antidisturbios habrá pensado inmediatamente : si protestan por la carestía de la vivienda es que no tienen nada que ver con las mafias del ladrillo, a las que, por el contrario, todo les parece poco, esas mafias que tanto sustento están procurando a la derecha de este país. Luego, son rojos los que ahí veis, querido Sancho.

Por los walki-talkies de los antidisturbios debió de correr a la velocidad del pensamiento la voz del estratega en forma de capitán: "Atención a todas las unidades, camino despejado, a estos les podemos dar caña". Hubo un momento, según cuentan testigos presenciales, en que había más policías que manifestantes. Las sirenas se pusieron en marcha, como los tambores que animaban antaño las batallas, y las porras volaron con una destreza que para sí quisieran los que intentaron agredir a Bono.
Luego se retiraron con la satisfacción del deber cumplido, que no era otro que reprimir una demanda justa con la puntería exigida para no causar daños colaterales; es decir, que ningún militante del PP despistado pudiera haber salido herido o injustamente detenido.

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