Fuego amigo

Diálogo para besugos

Hace tiempo que llegué a la conclusión de que muchas veces los desencuentros, sean a nivel político o social, no se deben tanto a diferencias de opiniones radicales sobre los asuntos a debatir como a que cada uno de los contendientes tiene en su lupa objetos de estudio distintos, por lo que es imposible llegar jamás a una solución. En el TBO de mi infancia había una sección llamada Diálogo de Besugos que lo explicaba a las mil maravillas:
-Buenos días.
-Buenas tardes.
-Le veo a usted muy contento.
-Es que se me ha muerto la vaca.
-Pues aproveche para comprar un tractor.

-Es que el tractor en vez de leche da humo negro.
-Pues buenos días.
-Pues buenas tardes.

Ayer, según repasaba el día (o la tarde, vaya usted a saber), parecía que la humanidad se había enzarzado en un gigantesco diálogo para besugos. ETA, por ejemplo, lanzaba un comunicado cargado de razón, exigiendo paz, libertad y diálogo, como debe ser, pero dedicado a los habitantes de un país que no existe, en nombre de un pueblo imaginario. Era un mensaje perfecto y un análisis certero, pero de una situación de opresión en un mundo irreal. El otro besugo, el PP, contestaba, no a los terroristas sino al gobierno, al mismo que persigue y detiene a los terroristas, y replicaba que "no bastan medidas policiales" para luchar contra ETA. "Requerimos del gobierno que desempolve la política íntegra que estaba destrozando a ETA en toda su dimensión hace tres años". Es decir, requieren del gobierno que haga la política que quiere la oposición al gobierno. (Seguidme, no os perdáis)

Trascendiendo ya a una dimensión planetaria, el diálogo para besugos se trasladaba al Vaticano. Allí, el Papa Benedicto XVI, que vive en un país de juguete, sigue pensando en que al otro lado de sus murallas -donde existe un mundo para adultos, con sus mentes adultas y sus problemas adultos- los niños ya no queremos jugar con él, y preferimos holgar y dedicar el domingo al esparcimiento en el campo y la playa en vez de permanecer hincados de rodillas durante todo el domingo rezando a su amigo invisible. Vive con tanta pasión el juego que todavía se refiere al domingo como "la fiesta semanal de la creación" (¿os acordáis de aquel dios que, en el colmo del disparate, creó en seis días el universo, antes incluso de que existiesen los días?) y nos acusa a los adultos de rendirnos "al desenfreno del mundo moderno". Estos curas están tan enfrascados en su juego infantil que no acaban de entender jamás el mundo real que les rodea y las preocupaciones de sus mayores.

Pero el diálogo para besugos, el desarraigo total de la realidad, alcanzaba aires marciales con la salida de pata de banco de una asociación militar de extrema derecha, conocida como Asociación de Militares Españoles (AME), que pedía la vuelta al servicio militar obligatorio. Algo así como unos meses de instrucción forzosa para nuestros muchachos, cuando lo que caracteriza a los ejércitos del siglo XXI es precisamente lo contrario, la especialización profesional, la preparación para una guerra que cada vez tiene menos de convencional. Por si no lo recordáis, el pensador que está detrás de esta asociación es un coronel que atiende por el nombre de José Conde Monge, el mismo que en su día salió en defensa de aquel general, José Mena, que en un discurso cercano al golpismo nos recordaba que el Ejército estaba en la obligación de intervenir si el nuevo estatuto de Cataluña sobrepasaba los "límites infranqueables" de la Constitución.

Sentar en la misma mesa al coronel Conde, al Papa y a los mafiosos de ETA podría dar unos frutos literarios que serían la caraba. Por lo menos alcanzarían para un libro apasionante de "Diálogos en la tercera dimensión". Y mientras ellos continúan enfrascados en su universo imaginario, nosotros aquí, arreglando el mundo, a la espera de que crezcan y maduren sus cabecitas. Paciencia.

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