Fuego amigo

Comienzo por el final porque no tengo principios


Hoy estreno mi blog, con el cobijo de 20 Minutos. Esto de los blogs es quizá el ámbito privado más público de cuantos conozco, un invento algo enfermizo, pues un tipo como yo cuelga un extraño diario en la red, y otros tipos, como vosotros, cotilleáis sus páginas como el que mira por el ojo de una cerradura, amparados en el anonimato.
Los que durante estos últimos años hayáis seguido mis columnas ya tenéis una idea aproximada de cómo soy: cínico, ateo y sentimental. Soy cínico como un acto defensivo, porque pretendo que el cinismo me proporcione la suficiente distancia para el análisis. Soy un sentimental porque en el fondo me gustaría creer como un niño. Y soy ateo porque dios no existe. De lo contrario ni se me pasaría por la cabeza ser ateo.
El aviso de entrada os lo cuelgo porque me gustaría que este espacio lo empleáramos para pensar en alto. Sé que será difícil, a tenor del numeroso grupo de talibanes dispuestos a suicidar sus neuronas por sus banderas y sus dioses.
Pensando en ellos os dejo con unos versos de Thomas W. Farmer:

... jaleaban a sus dioses
en el campo de batalla,
pidiendo venganza entre la tropa.

Dioses miserables.
Odiosas patrias y banderas.
Si algún día me arrastraran a su guerra,
si así fuera,
que nadie ose poner cuando me muera
ni una cruz sobre mi tumba
ni una bandera.

(The last day. Traducción de Leonardo Plácido)

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