Fuego amigo

¿Son galgos, podencos, buitres o gaviotas?

Abdel Wâhed y su amigo Najm al-Dîn trabajan de talibanes en Afganistán. En su infancia, a menudo veían pasar, allá al fondo de los valles, caravanas de traficantes de opio con sus mercancías secretas a lomos de mulas, rumbo a los mercados ilegales de occidente, perseguidas por nubecillas de polvo blanco. Hoy, de vez en cuando ven pasar caravanas de soldados invasores sobre mulas de acero que apuntan nerviosos con sus cañones a un enemigo imperceptible.
Abdel y Najm forman parte del ejército invisible en lucha contra las fuerzas ocupantes. Hacen de francotiradores al abrigo de las oquedades de los acantilados, y de vez en cuando bajan y se arriesgan a colocar bombas lapa en las cunetas de los caminos que habrán de detonar al paso de los convoyes.
Es poca caza para tan larga espera al aire libre. Pero, sin saber muy bien por qué, cada pieza cobrada adquiere unas dimensiones planetarias, como si hubiesen acabado con el último dinosaurio. Las radios, las televisiones de todo el mundo que sintonizan con las antenas parabólicas (las llaman antenas diabólicas) repiten esa escasa cosecha de muertos, y la multiplican por mil, como hinchada por la levadura de Alá.
Hace unos días cazaron a dos españoles, y, luego de verlos saltar por los aires, se sentaron a disfrutar del espectáculo del duelo de los infieles por la televisión. Cuanto más lloraban los familiares de sus presas, sus compañeros y las autoridades, más se henchía su espíritu de la gracia de Dios, en su seguro camino hacia el Paraíso.

El entierro se cubrió de flores, les pareció ver que eran rosas rojas sujetas por puños crispados, y sobre el paisaje humano entristecido vieron sobrevolar siniestros pájaros de una envergadura que no supieron calibrar a simple vista.
"Son gaviotas", dijo Abdel.
"No, son buitres", replicó Najm.
"Los buitres son los que se alimentan de cadáveres", siguió razonando Abdel, pensativo.
"En España no. Allí ese trabajo lo hacen las gaviotas. El 14 M de hace varios años perdieron el mar y ahora comen carroña. Cuando las ven volar, los españoles saben que la desgracia ronda sus vidas."

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