Fuego amigo

La película de terror está a punto de comenzar

Los escritores y los matrimonios coinciden en que es mucho más difícil hacer reír que llorar. Para hacer llorar a un niño basta con propinarle una buena colleja, pero para arrancarle una sonrisa a veces hay que poner en peligro nuestras maltrechas lumbares haciendo el pino y toda esa panoplia de maravillosas tonterías. Siempre, claro, nos queda la duda de si el bebé se ríe de la ocurrencia o de nosotros, ahora que puede y que no es consciente todavía de la familia en la que le ha tocado nacer.

Los mecanismos del humor son extraordinariamente difusos. Y lo que hace gracia a todo un pueblo a menudo resulta incomprensible para sus vecinos. Se habla de humor inglés, o de socarronería gallega, o de humor norteamericano, este último tan inexistente como su gastronomía, razón por la cual los realizadores de sus telefilmes se ven obligados a incluir risas de fondo porque de lo contrario, por ejemplo, George W. Bush no sabría en qué momento tendría que reírse. Y no es infrecuente en la literatura que el traductor tenga que explicar a pie de página la gracia incomprensible del autor.

En cambio, los mecanismos para el terror son mucho más evidentes. Una puerta que chirría en la noche, la hoja de una ventana que se abre con un golpe de viento, un alarido, un fantasma, una violación... y ya tenemos todos el corazón encogido.

Durante cuatro años los dirigentes del PP apenas nos han hecho reír, si exceptuamos al hombrecillo insufrible. Pero eso es pecado, porque uno no debe reírse de ver hacer el ridículo a nuestros semejantes.

En cambio el terror lo dominan a la perfección en ese partido. Cuando tocaba campaña contra los estatutos, las encuestas inmediatamente reflejaban la preocupación de la población por la unidad de España. Cuando tocaba política antiterrorista, el CIS reflejaba el terrorismo al cabo de pocos días como la primera preocupación entre los españoles. No se les puede negar a estos sacamantecas de la política su capacidad para el drama, para ir asustando a los niños.

Ahora que estamos entrando en una recesión mundial, el PP ha puesto de nuevo en marcha la máquina del miedo para hacer de nuestra recesión una crisis, y, pasado mañana, convertirla en un crack. Hay que extender la angustia, chillar, sacar a los fantasmas, batir las ventanas con estruendo para encogernos el alma, para que toda España sea un cine de espectadores acongojados. Como la historia del taller especializado en sustituir limpiaparabrisas, que por las noches pagaba a una cuadrilla para que rompieran los cristales de los coches aparcados por el barrio. De esta manera, en nuestra desesperación descubriremos con alborozo que el taller del supersolbes Pizarro está oportunamente abierto para arreglar los destrozos por un módico precio. Por nuestro voto el día 9 de marzo.

 

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