Fuego amigo

Pizarro y el síndrome del disfraz de guardia civil

 

En un país como el nuestro que colectivamente sabe mucho más de los efectos derivados de incluir a Raúl en la selección nacional de fútbol, o la conveniencia o inconveniencia de echar de la casa de Gran Hermano a la rubia de las tetas volanderas, un país así va a tener que hacer un curso acelerado de macroeconomía para poder tomar una decisión inteligente en las próximas elecciones. Entre unos y otros nos van a poner deberes.

 

Y la verdad es que nos lo están poniendo difícil. Para empezar, el PP presenta, como estrella rutilante de la economía y probable ministro de nuestras finanzas, a un tipo que, por incompatibilidad manifiesta debida a los cargos ejercidos hasta ahora en la empresa privada, tendría que salirse de los consejos de ministros a fumar un pitillito en el pasillo cuando se debatieran cuestiones que afectaran al mercado de las telecomunicaciones, al sector energético o al mercado de valores, entre otras minucias. 

 

Para complicarlo más, ya Mariano Rajoy anunció que en su programa electoral se incluirán medidas para abaratar los precios de las telecomunicaciones y la banda ancha... de cuyo coste disparatado tiene la mayor parte de culpa Telefónica ¡de la que este mirlo blanco todavía es consejero y por lo que cobra cifras de infarto! ¿No sería más práctico que se quedara en Telefónica, como topo del PP, trabajando para España (¡PAÑA!) en la fuente misma de uno de nuestros problemas, y de paso para que me arreglara lo de mi ADSL?

 

Lo de este multimillonario adalid del pelotazo, que según la humorista Esperanza Aguirre es la esperanza (me refiero a él) de los trabajadores modestos, me recuerda el cuento de aquel que alquila un disfraz de guardia civil en carnavales, y no más se mira al espejo con el tricornio calado hasta las cejas le entran unas ganas irrefrenables de liarse a hostias. 

 

Pues Pizarro, nieto de un general de la Guardia Civil, ha sufrido el mismo síndrome. Fue darle el carné del partido, firmado por Aznar (lo de este chico imprime carácter, todo lo que toca lo corrompe), e inmediatamente en lugar de ponerse a hablar por su boquita de sabio de la economía de reducción de impuestos y fiscalidad, que es la receta favorita de estos neocon ultraliberales, como poseído por el espíritu de la ultraderecha que le apadrina, nos desveló que en realidad él venía a la política porque no podía permanecer sentado en el sillón de su casa y en el de los consejos de administración millonariamente remunerados, viendo cómo llevaba el gobierno socialista (¡atención!)... la política antiterrorista. 

 

Otro que no es más Aznar porque no entrena lo suficiente.

 

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