Fuego amigo

El hombrecillo insufrible y el amoníaco

En mis años mozos corría un chiste de exámenes que hoy recupera una actualidad escalofriante. El profesor de química preguntaba a un alumno por las características del amoníaco. "Pues -contesta el alumno- se trata de un gas incoloro, soluble en agua, compuesto por un átomo de nitrógeno y tres de hidrógeno... y de un olor muy agradable". "¿Muy agradable?", preguntaba asombrado el profesor. "A ver, huela este frasco. ¿Le parece agradable?". Y el alumno, con lágrimas que apenas le dejaban ver, manteniendo el tipo, acertaba a contestar a duras penas: "Pues... a mí me gusta".

Más o menos es lo que acaba de ocurrir cuando le preguntaron a Aznar por la guerra de Irak, en el quinto aniversario de la infame foto de las Azores. "Pues... a mí lo de Irak me gusta como está quedando". Bueno en realidad lo que dijo es que "hoy volvería a hacer lo mismo", y que la situación allí "no es idílica pero es muy buena". Y lo dijo en ese idioma que él cree que es inglés, lo que constituye toda una proeza.

Hacía estas declaraciones a la emisora de radio de la BBC, con ese acento que me tiene de curso de inglés en mil palabras, que debió de dejar desconcertado a un periodista que no tuvo los suficientes reflejos para obligarle a oler allí mismo el frasco de Irak.

Tras más de medio millón de muertos, la mayoría civiles, un país en estado de ruina física y moral, con tres horas diarias de energía eléctrica en las ciudades con mejor suerte, con las gasolineras desabastecidas a pesar de ser uno de los grandes productores de petróleo, una economía en bancarrota, todo ello revolviéndose entre los vapores del amoníaco fundamentalista de chiíes y suníes, imagino que estaréis pensando que un tipo que asegura que la vida allí "es muy buena" es un perfecto imbécil. Pues no, alguien que nos gobernó durante ocho años no puede ser un imbécil.

Entonces, ¿es un malvado que sólo pretende justificar insensatamente sus pecados pasados? Pues tampoco, un católico de misa dominical, amigo de los Papas y de Rouco Varela, que manda más que dios, no puede ser un malvado.

¿Habrá perdido, entonces, la razón? Bueno, ahí existen varios autores. Muchos sospechan que eso de vestirse de rosa en los mítines de la niña de Rajoy, dejarse largos y ondulados lolailos con reflejos rubios, reírse en público a carcajadas intempestivas hasta enseñar los empastes de la mandíbula superior, y esa voz cómica, entre displicente y trascendental, con acompañamiento de ojitos entrecerrados y morritos a lo Madonna... muchos sospechan, digo, que son síntomas muy preocupantes de un desarreglo mental.

Pero no. Debo revelaros un descubrimiento trascendental. En realidad lo que ocurre es que él no es el alumno del cuento, sino el profesor; de la universidad de Yorytáun, para más señas. Es el chiste al revés, como todo en él. Nosotros, sus alumnos, somos los que creemos equivocadamente que el amoníaco es irrespirable. Al hombrecillo insufrible, en cambio, le encanta.

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