Fuego amigo

Antes morir envenenados que de estrés

El próximo día 1 de mayo unos celebran el Día internacional del trabajo, y otros, el Día internacional de los trabajadores. No hay acuerdo, ¡como si fuera lo mismo! Recordemos la frase de Cela en el Senado: "señoría, no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo".

Ese día también se cumple el 27 aniversario de una muerte que extendería la zozobra sobre los consumidores: moría un niño de ocho años, primera víctima de un envenenamiento que el desconcierto oficial bautizó primero como "síndrome tóxico", y luego, como "neumonía atípica". Comenzaba así un calvario para miles de personas intoxicadas por una partida de aceite de colza adulterado.

España salía de otro síndrome tóxico, como lo fue el intento de golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero. Quizá por ello, porque el gobierno de la UCD consideró que la población no estaba para digerir dos noticias seguidas de destrucción masiva, la explicación oficial de aquel ministerio de Sanidad rozó el sainete, marcando así el camino para que muchos años después Mariano Rajoy pronunciase su obra maestra de los "hilillos de plastilina" que fluían del Prestige.

El entonces ministro, Jesús Sancho Rof, atribuyó la toxicidad del aceite adulterado a "un bichito que si se cae de la mesa, se mata". No era una explicación muy científica, pero pretendía rebajar la toxicidad del veneno a una leve enfermedad que quizá se curase con antibióticos. Podíamos morir envenenados pero no de estrés.

No hace muchos días conocimos una versión tecnológica del bichito de Sancho Rof. Supimos que para quitar importancia a la fuga radiactiva de Ascó, y para tranquilizar a los padres de los alumnos que recientemente habían visitado la central, la dirección de la planta aseguraba que "si juntáis las partículas radiactivas en un bocadillo y te lo comes, no sería peligroso". Hum... un bocata radiactivo.

En nuestra actual crisis con el aceite de girasol echo de menos una frase de ese calibre para la historia del disparate, aunque la gestión de la crisis lleva en su seno los mismos genes disparatados. Miles de familias se preguntan qué es eso de que ya pueden usar el aceite de girasol, excepto el que tienen guardado en casa. ¿Por qué no se publican las marcas? El ministerio de Sanidad dice que no nos ha revelado el nombre de las marcas tóxicas "por prudencia"... una virtud que curiosamente no tuvieron las empresas en su momento cuando importaron el aceite sin control previo.

En Francia y Alemania los controles de entrada funcionaron a la perfección, y ni una sola botella contaminada llegó a las estanterías de las tiendas. El ministro dice que lo suyo es prudencia. Pero para prudencia, la nuestra...

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