Fuego amigo

El juez también puede perder el juicio

Se llama Fernando Ferrín Calamita (¿del latín?: calamitas, desgracia), y es un juez ultra cristiano de Murcia. Ya gozaba de fama entre la carcundia por haber mandado detener, hace 20 años, cuando era juez en Chiclana, a dos mozas que se bañaban en top less en la playa, y no en el supermercado. Es de esos jueces que se creen en el derecho (el Derecho es suyo, no lo suyo) de enjuiciar a quienes promulgan las Leyes, antes que aplicarlas disciplinadamente. Por ejemplo, ha expresado públicamente, para justificar alguna de sus sentencias pintorescas, que la Ley de Divorcio aprobada por mayoría del Congreso fue un error.

Tiene abierto un expediente para dilucidar por qué retrasó más de un año el proceso de adopción de una niña por parte de una mujer lesbiana. Pero ahora se ha superado. En una sentencia que espero le cueste la carrera de una vez por todas, ha otorgado la custodia de dos hijas a su padre, al entender que la relación lésbica que mantiene la madre «influye negativamente en la educación y crecimiento armónico» de las niñas.

Es de los seguidores a ultranza (de ultra, se entiende) del cardenal Cañizares, que vuelve a insistir en que la religión y su falsa moral deben estar por encima de la ley y la moral ciudadana. Sus sentencias deben estar dictadas por la fe, más que por los códigos civil y penal. Cierto es que, en esto de confundir la razón con la fe, el listón ya lo había puesto muy alto aquel psiquiatra ultra cristiano que responde al nombre de Aquilino Polaino, conocido en su círculo (vicioso) profesional por ser uno de los encargados del Opus Dei de intentar «curar» a los afiliados que desean salirse de la secta, y que actúa, además, como el Can Cerbero que vigila los infiernos de la homosexualidad. Aquel Polaino que decía haber descubierto que los homosexuales no nacen, sino que se hacen, y que son el resultado de haber sido educados por padres «hostiles, alcohólicos y distantes». Estos argumentos científicos son los que arman la razón del juez de Murcia, quizá hermanado en la misma secta que el psiquiatra.

Por síntomas más leves de obsesión sexual que los presentados por este juez, las clínicas psiquiátricas tienen lista de espera. Creo que el Consejo General del Poder Judicial no debería perder el tiempo replicando de nuevo con otro expediente a este juez reincidente. No sirve de nada. Es como poner tiritas al cáncer. Como es evidente que lo suyo es una enfermedad, propongo un experimento: que para variar lo envíen a una sesión de cura a la clínica de Aquilino Polaino.

El resultado podría ser la pera.
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Meditación para hoy: Un año, una estampida en La Meca provoca la muerte de decenas de peregrinos. Otro año, un campamento de fieles que espera comenzar las oraciones rituales del lugar santo de los mahometanos arde por los cuatros costados, y mueren abrasados cientos de peregrinos. Otro año, un autobús repleto de fieles de la Virgen de Lourdes se despeña por un desfiladero y no queda con vida ni dios (que, a la sazón, es su hijo). Y este fin de semana, otro autobús cargado de polacos, que, para que os hagáis una idea, bajo el gobierno de los famosos gemelos viven en la fase medieval de la España del nacional catolicismo, la de la sumisión del Estado a la Iglesia, se despeñaba también al volver de una jornada de oración en el santuario mariano de Notre-Dame de la Salette, en Francia. Quedaron desparramados por las quebradas más de veinte muertos que si hubiesen peregrinado, por ejemplo, a Disneylandia, en vez de perder el tiempo rezando, hubieran conservado la vida. Por lo que se ve, rezar es una actividad de riesgo. ¿Con esa moneda pagan los dioses?

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