Empieza a ser un latiguillo que las grandes decisiones sobre las economías nacionales de los países europeos se dilucidan en Bruselas, de manera que apenas resulta distinguible la diferencia entre gobiernos de derechas y de izquierdas. Los camioneros huelguistas se toparon con la coartada de las inamovibles normas europeas que impedían aceptar su principal reivindicación, la tarifa mínima. Las políticas de subvenciones a sectores o empresas en crisis (pongamos por caso la construcción, la pesca...) no pueden salirse del carril marcado por la superestructura comunitaria, en aras de la leal competencia.

Así las cosas, se está implantando un monoteísmo económico en el que el dios a adorar es el crecimiento global, sin que nada importe a costa de quién y de qué, o si los bancos y petroleras alcanzan beneficios estratosféricos mientras el paro y los sueldos se mantienen al nivel estratégico imprescindible para que la economía no entre en recesión. Por decirlo de otra manera, si el sueldo de un consejero de Tabacalera sube un 100% y el tuyo baja un 50%, debes sentirte afortunado pues el nivel de sueldo en la "economía global de los dos" ha crecido un 50%. ¿No es fantástico?

Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. Pero la economía ya no es de izquierdas o de derechas, y además las recetas para cocinarla parecen pertenecer al ámbito de la metafísica. Así que, descartado el dinero, a los partidos políticos parece que sólo les queda intervenir en la "salud y el amor", en las migajas, esas pequeñas cosas cotidianas como las conquistas sociales, el estado del bienestar, las libertades democráticas y demás materias exóticas.

Una vez que el PP abdica de la extrema derecha, al PSOE le toca definir en su inminente congreso cuál va a ser su hoja de ruta para los próximos años. Su ponencia política ha recibido casi 6.000 enmiendas, y muchas de ellas en el mismo sentido: definirse sobre asuntos aparcados, como el abusivo gobierno en la sombra de la Iglesia, la ley de plazos para el aborto, la eutanasia y los avances sociales que puedan seguir manteniendo la ilusión óptica de que tenemos un gobierno progresista.
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Meditación para hoy:

La selección española de fútbol le ha pegado una paliza a la rusa. Antes, durante todo el día de ayer las radios y televisiones se habían dedicado a solicitar pronósticos a los políticos. Mariano Rajoy parece ser que fue el único que acertó con el 3-0. Lo que me hace pensar que el presidente del PP es mejor vaticinando buenaventuras que cuando predica las catástrofes y visiones apocalípticas que por fortuna nunca se cumplen. A ver si resulta que es verdad que estamos ante un hombre nuevo...