Fuego amigo

La cúpula de la alianza de civilizaciones

Ignacio de Loyola aconsejaba "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza", pues con el ánimo encogido y obnubilado cualquier decisión puede ser tomada por insensatez. Algo parecido ocurre bajo el prisma de la crisis económica que padecemos. Cualquier gasto abultado puede parecer un disparate, sobre todo si no es para invertir en bocadillos sino en cultura.

Desde hace un par de meses, a las puertas de mi casa ha acampado un perro cazador, un precioso beagle añoso que no quiere ser adoptado, quizá abandonado y maltratado por su dueño, por inservible para la caza. Hace guardia delante de mi puerta, y le doy de comer pienso seco, cosa que me agradece meneando el rabo. Los vecinos, con ese sentido de la utilidad que comparten con el dueño que lo abandonó, me recriminan que gaste el dinero en un chucho que no es ni siquiera de la familia, cuando tanta gente, dicen, pasa hambre.

El arte, como los chuchos, es un lujo, cosa que bien sabe el mallorquín Miquel Barceló, uno de los más importantes pintores vivos. Tuvo la mala fortuna de recibir un encargo de ensueño en tiempos de bonanza, cuando todavía no era un despilfarro dar de comer al chucho de la cultura: la reforma de la cúpula de la Sala de los Derechos Humanos y Alianza de Civilizaciones, de la sede de la ONU. Pero la mala suerte hizo que fuera a terminarlo "en tiempos de tribulación", en lo que se dio en llamar malos tiempos para la lírica. Una obra asombrosa, obra en el más extenso sentido de la palabra, de esas en las que hay que ponerse mono, casco, y manejar pesada maquinaria, con la ayuda de una cuadrilla de operarios. En el precio final, por tanto, está el pago a la labor de un genio, más toda una ingeniería civil para reformar una inmensa cúpula que pasará, es mi opinión personal, a la historia del arte en plano de igualdad con la Capilla Sixtina.

Cierto es que el Papa Sixto IV podía derrochar el dinero de la Iglesia en mantener a Miguel Ángel porque pagaba con el cepillo de los diezmos y primicias, el dinero de dios cuyo gasto no tenía que justificar ni ante la curia romana. Pero la noticia desnuda de un gasto de 20 millones de euros "en reformas", pagados presuntamente con parte de los fondos para ayuda al desarrollo, parece una inversión de difícil justificación.

El PP calificó como inversión de fácil justificación el que Gallardón regalara 70.000 euros al equipo de baloncesto de la Georgetown de Aznar para promocionar Madrid, pero Sáenz de Santa María ha dado a Moratinos un plazo de "dos minutos y medio para dar una explicación (...) y un minuto para abandonar el Ministerio de Asuntos Exteriores" si las razones del señor ministro no le convencen. ¡Qué carácter!

El PP, desde que se ha convertido en el PsP (Partidos socialista Popular), vigila hasta el céntimo el dinero que se distrae de la ayuda a los pobres. No es demagogia, es que son unos conversos que buscan con su sobreactuación el perdón de sus pecados antiguos. Y como a perro flaco (más si es de caza) todo se le vuelven pulgas, Miquel Barceló tuvo la mala fortuna de que a la Sala XX de la ONU la hayan rebautizado como la Sala Alianza de Civilizaciones, ¡con lo poco que le gustan al PP semejantes alianzas nacidas de la mente calenturienta de Rodríguez Zapatero, con las risas que se han montado a su costa!

Como decíamos ayer... a ellos les encantaría presumir sin reparar en gastos, como patriotas de estricto pedigrí que son, de que un artista español de renombre universal hubiese sido elegido para llevar a cabo una obra maestra tan colosal en un lugar de tan histórico significado. Lloran por las esquinas por no poder sumarse a nuestra alegría. Pero esta tarde, en el Congreso de los Diputados, enjugarán sus lágrimas de cocodrilo, recompondrán el tipo como buenos profesionales que son, y volverán a interpretar con repugnancia pero con un estilo impecable el maldito papel de cenizos que el guión electoral les deparó. Atentos a la actriz que adoptó el nombre artístico de Soraya: es todo un crack.
------------------------------------------------------------------------
Meditación para hoy:

El juez Garzón me tiene desconcertado. Que se iba a estrellar con su auto contra el franquismo era algo que muchos nos temíamos, tal como hemos dejado escrito. Pero en el fondo yo esperaba que aguantaría un poco más, como mantuvo a Pinochet en un sinvivir durante muchos meses. Pero Garzón se arrugó. La oposición de la Fiscalía, en maniobra perfectamente concertada con buena parte de sus colegas que veían en su actuación estelar un tufo de vedettismo, debieron de pesar en exceso en su ánimo. Ni toda su vanidad, que no es poca, según sus enemigos, consiguió contrarrestar tanta presión. Como dicen en Argentina, se cagó Garzón.

Quiere despedirse con un canto de sirena, denunciando que, al igual que ocurrió en las dictaduras del Cono Sur, en la nuestra también hubo robo de niños, que el franquismo cometió crímenes de lesa humanidad, que la Ley de Amnistía debería quedar en suspenso. Nada que ya no supiéramos. La historia ya juzgó a los felones de ese crimen. Pero algunos de nosotros soñábamos con la novedad de ver al franquismo retratado en un auto judicial, para que un día fuese incorporado sin problemas a la futura asignatura de Educación para la Ciudadanía. Pero no pudo ser. Se enteró de que Franco había muerto, y se quedó sin argumentos jurídicos. Se cagó Garzón.

Más Noticias