Fuego amigo

Está viva gracias a dios, o gracias a dios está viva

La revolución tecnológica en los medios de comunicación ha hecho posible un nuevo periodismo y, sobre todo, unos nuevos periodistas, los ciudadanos que, provistos de cámaras fotográficas y de video en sus teléfonos móviles, son capaces de levantar acta de cualquier acontecimiento relevante que ocurra a su alrededor. El 23-F fracasó gracias a aquella cámara de televisión que tomó acta de la felonía y que no supieron apagar a tiempo los golpistas. Y aún más, el secuestro del Congreso habría durado apenas dos horas si en aquel 1981 sus señorías contaran con los medios de grabación y comunicación que hoy llevamos casi todos en el bolsillo.

Ayer, Esperanza Aguirre, a falta de las imágenes que hubiera podido obtener con su móvil (es fría, pero no tanto), supo relatar los momentos de angustia vividos en los atentados de Bombay con la precisión de un buen corresponsal. Internet, como suele ocurrir en estos casos, cubrió enseguida esa carencia gráfica y se puso a hervir, con la aparición de todo tipo de imágenes de aficionados, con cadáveres reventados, charcos de sangre, y el paisaje del pánico generalizado.

Pero esto es como los velatorios. En los grandes duelos un mecanismo mental de defensa se pone inmediatamente en funcionamiento como un bálsamo de distensión. Los foros de Internet pronto dejaron a un lado la noticia cruda del terrorismo internacional para preguntarse qué hacía la presidenta de Madrid en Bombay con toda una corte que para sí quisieran algunos jefes de Estado, o si Esperanza es gafe, o si algún hijo de mala madre, rojo por supuesto, estaría lamentando por las esquinas esa falta de puntería del destino que la dejó escapar viva por segunda vez.

Algunos comentarios vertidos ayer en esta bitácora me han llevado a una reflexión profunda sobre la condición humana, a qué extremos puede llagar el enconamiento político, cuando un bando piensa que el otro puede estar maldiciendo la buena suerte de alguien que salvó la vida en dos accidentes consecutivos.

Cuando en realidad no hay ningún secreto, ni es un caso raro de buena suerte. Tal como declaró ella, nada más pisar tierra, está viva gracias a dios. Los 120 muertos en la reyerta también lo fueron gracias a dios. Es fácil de entender ¿no?

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